Es difícil mantener un alto nivel de energía a lo largo del día, especialmente con largas jornadas laborales y diversas actividades diarias. ¿Te imaginas poder reiniciar desde cero tu nivel de energía tocando un botón en el momento que quieras? Existe un mecanismo que funciona de la misma forma: las siestas cortas.
Las pequeñas siestas son valiosas herramientas que nos ayudan a recobrar ese estado de alarma con el que comúnmente comenzamos nuestro día.
“El beneficio principal de tomar siestas breves, es que contrarrestan los efectos fisiológicos que se suscitan en el organismo desde que nos despertamos”, fueron las palabras de Guy Meadows, especialista en fisiología del sueño y cofundador de The Sleep School, ubicado en Londres.
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Desde el primer segundo en el que abrimos los ojos por la mañana “empieza a aumentar la adenosina, una sustancia química en el cerebro que es un subproducto del metabolismo, cuanto más tiempo permanezcas despierto, más adenosina se acumula en el cerebro, por lo que se llega a reducir al momento en el que tomamos una siesta”, comentó Meadows.
¿Cuáles son los beneficios de las pequeñas siestas?
La investigadora del sueño Sara Mednick informó que las siestas de 90 minutos pueden ayudar a despejar la memoria, la creatividad y los procesos cognitivos, ya que la persona se sumerge en la etapa REM (conocida como movimiento ocular rápido) que conlleva los mismos beneficios que se tendrían en la noche.
Meadows dijo que programar una alarma y practicar la siesta a la misma hora todos los días, el cuerpo humano asociará un nuevo hábito relacionado con esa actividad. Lo primordial es encontrar un sitio cómodo, sin luz y ruidos externos para aprovechar ese tiempo y descansar.
El café no es una opción recomendable
Mednick desaprueba la alternativa de tomar un café antes de ocupar una siesta, pues el efecto de la cafeína se desarrolla después de 20 minutos de ingerirla, en el momento de despertar.
“La idea de la siesta es precisamente reenergizarse naturalmente. Tomar café en las tardes es increíblemente perjudicial para el sueño”, mencionó la investigadora.
Mednick y su equipo desarrollaron una investigación en 2008 en el que se comparó el impacto en pruebas de memoria de 200 mg de cafeína (una taza de café) y el de una siesta de entre 60 y 90 minutos.
Los resultados arrojaron que la siesta presentó mejorías generales en la ejecución de las tareas, mientras que la cafeína no presentó beneficios.
La investigadora nota que hay personas a las que no les funciona tomar siestas cortas, por lo que recomienda buscar nuevas opciones como salir a caminar, realizar ejercicio o meditar.
