Torreón, Coahuila. – Desde aplausos hasta mentadas de madre reciben los vacunadores que aplican las dosis contra Covid-19 en Torreón.
Desde una noche antes preparan su uniforme, se levantan a las 5:30 de la mañana, empiezan a trabajar desde las 7:00 y terminan hasta las 15:30 horas.
En el módulo habilitado en las antiguas instalaciones de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) atienden más de dos mil personas al día.
Diana Michel Cordero Trejo, de 21 años de edad, es enfermera en la Clínica Número 18 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y desde mayo es aplicadora.
“He vacunado a personas de los 40 a los 60 años de edad. El grupo más complicado que me ha tocado son los de 40 a 50, porque están más negados a que exista el Covid-19 y que la vacuna pueda ser una posible cura”.
Lo más complicado de la vacunación es la actitud de algunas personas, quienes se niegan y se portan de forma grosera.
“Me han dicho cosas ofensivas. La más leve es que tengo la mano pesada, que dolió y que no sabemos, pero lo más fuerte es cuando me recuerdan a mi mamá”.
Sin embargo, la gran mayoría de los adultos mayores expresan “gracias” y “Dios te bendiga”, además de regalarles chocolates.
También ha habido casos en el que, al finalizar, el grupo vacunado se pone de pie y les empiezan a aplaudir.
Respecto a su labor ante la pandemia, Cordero Trejo dijo que es una gran satisfacción poder ayudar a los demás y que por eso decidió estudiar y desempeñarse en el sector salud.
Cabe mencionar que los vacunadores o aplicadores descansan dos veces por jornada para recibir alimentos, son hidratados constantemente y se les brinda el equipo necesario de prevención.
Todos ya cuentan con sus dos dosis anti-Covid-19.
Cynthia Nayeli Ochoa Requejo, de 25 años, también es enfermera de la Clínica 18 del IMSS y estimó haber vacunado a más de tres mil personas.
Describió que lo más complicado que la ha tocado ver es cuando los adultos mayores se desvanecen, pero por no venir bien alimentados, pues por falta de información llegan en ayuno.
Y es que, acotó, son momentos en los que todos se alertan, sin embargo, gracias a su experiencia, logran estabilizarlos y reanudan sus actividades.
“Sí me han tocado pacientes que nos avientan la mano y es cuando les que es un sacrificio que estamos haciendo todos, nosotros por apoyar y ellos por vacunarse”.
En ese contexto, aseveró que el 90 por ciento de los pacientes se ponen la vacuna a la primera.
“Los hombres son más temerosos que las mujeres”.
Al igual que Diana, desde una noche antes tiene listo su uniforme y a las 5:30 despierta para empezarse a preparar para la jornada laboral.
“Cuando me hablaron para combatir en la primera línea la pandemia, la verdad, sí entré con miedo de contagiarme y contagiar a mi familia, pues tengo hijos en casa. Sin embargo, me preparé para contar con las medidas necesarias de cuidado y así proteger a los demás”.
Finalmente, informó que cuando las dosis llegan, las ponen a descongelar 30 minutos a temperatura ambiente, sin dejar que se caliente demás para que no pierda su efectividad, después se le pone dos mililitros de diluyente, se llena, se agitan levemente 10 veces y están listas para ponerse, no sin antes limpiar el brazo con algodón y alcohol.
La medida siempre será tres dedos abajo del hombro y puede ser en cualquier brazo.
NUMERALIA
Dos mil dosis aplican al día por módulo.
DATOS
- El 90 por ciento de los pacientes se ponen la vacuna a la primera.
- Los hombres son más tímidos al momento de la inyección.