La Laguna cuenta con distintas historias, algunas rosan lo paranormal y otras parecen más un rumor que terminó por ser mito para el colectivo. Allá por el año 2000 comenzó a circular una historia que versaba la existencia de una serie de túneles bajo tierra en la ciudad de Gómez Palacio, Durango.
Mucha gente habla de aquellos túneles, los cuales han despertado poco interés. Uno de los más conocidos es el que mencionan trabajadores de las construcciones, uno que conecta el Arzobispado con lo que antes era l Templo de San Francisco y que también tenía conexiones con la Catedral Basílica Menor.
Un medio local reportó durante una investigación que existen por lo menos 21 túneles, pues otros parecen ocultos por ser parte de iglesias y templos o propiedades privadas.
Sin embargo, el evidente interés de las autoridades que han manifestado las autoridades gubernamentales para fomentar el turismo ha llevado a que se busque descubrir este legado y cuidar los túneles existentes y descubiertos hasta el momento.
Los túneles de Durango
El cronista Manuel Lozoya Cigarroa explicó que la existencia de los túneles obedece a distintos motivos, pero la mayoría fueron construidos para resguardar la seguridad de los habitantes de viviendas, casas e iglesias, según circunstancias que prevalecieron en el siglo XIX e inicios del siglo XX.
El cronista detalla cómo durante el siglo XIX existían bandoleros e indígenas que se caracterizaban por ser peligrosos y que en forma común tenían contacto con comunidades en la ciudad de Durango.
En aquella época la seguridad que había en la ciudad era mínima y cuando los bandoleros visitaban la ciudad lo que los ciudadanos podían hacer para defenderse era muy poco. De este modo no es ilógico que se piense que la existencia de túneles es solo una leyenda, pues cualquier propietario de casa bien acomodada y padre con varias mujeres e hijos podía fácilmente hacerse de un túnel, con la única finalidad de resguardar la seguridad de los suyos, pero también de las grandes cantidades de dinero que manejaban.
Los bandoleros robaban dinero y hasta secuestraban o simplemente abusaban de ellas, por lo que estos túneles eran una estrategia y arma para defenderse de estos sujetos. Los túneles, según indica el cronista, se comunicaban también de casa a casa, con lo que aseguraban la ayuda entre ellos y su prolongada estancia.
Los túneles de la revolución en Durango
En el año 1913, una vez que la Revolución Mexicana comenzó, se construyeron unos túneles para salvaguardar la seguridad física de muchas personas, pero sobre todo proteger sus bienes materiales y dinero. En aquel entonces, se conformó un grupo de defensa militar en el que se agruparon personas muy adineradas que se llamó y conoció como Defensa Social.
Este grupo peleaba contra los revolucionarios, quienes acostumbraban legar a los poblados y comunidades a saquear viviendas. Defensa Social desarrolló técnicas de combate y aprendió el manejo de armas. La tropa se conformó por hasta 100 personas.
En una ocasión, la ciudad fue sitiada por unos tres mil hombres, es por ese motivo que el grupo de Defensa Social tuvo que permanecer en un túnel para protegerse.
Los integrantes de Defensa Social tenían que bajar por una cuerda e integrarse a este lugar. Pasaron muchos días y el párroco de este templo debía llevarles de comer, pero tuvo que pasar un tiempo para que casi 100 personas pudieran salir de este lugar.