Este miércoles una anciana venezolana, protagonizó una imagen que impacta especialmente por su crudeza. El cuerpo casi inerte de la mujer, con camiseta rosa fucsia, pantalones grises de felpa, mascarilla y una alianza en su mano izquierda, es cargado por otro migrante para pasar las aguas que dividen México y Estados Unidos hasta llegar a Del Río, en Texas, como muestran las imágenes del fotógrafo Go Nakamura, de la agencia Reuters.
Un video subido a las redes sociales por Jorge Ventura, del medio derechista Daily Caller, muestra a la anciana delgada y con problemas de movilidad, siendo asistida por un agente migratorio al que le dice ser originaria de Maracaibo, en el Estado de Zulia, un antiguo paraíso petrolero que ahora sufre de cortes de luz constantes y de las miserias de una crisis política y económica que parece interminable y que ha sumido en la pobreza y la inseguridad a Venezuela. Poco más se sabe de la mujer, a la que en las redes sociales y los grupos de WhatsApp en los que vuelcan sus frustraciones los venezolanos, han identificado como Irma, de 80 años. Un portavoz de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos le dijo a este diario que por motivos de privacidad no podía “identificar ni dar información de sujetos bajo su custodia”.
La llegada de la anciana se produjo junto a decenas de venezolanos más, según muestran los vídeos y fotos de los periodistas presentes en ese punto de la frontera texana: hombres jóvenes ayudando a mujeres, madres que cargan a bebés o que llevan de la mano a niños con muñecos y otros que se arrodillan, se abrazan y lloran tras tocar suelo estadounidense, a la que alguno llama “tierra bendita”.
La mayoría de ellos fueron devueltos de manera inmediata a México por la aplicación del Título 42, una medida implementada por la Administración de Donald Trump y que ha mantenido la de Biden que implica el cierre de la frontera terrestre a actividades no esenciales y a nuevos casos de asilo.
Aunque Biden ha abierto la puerta a algunas excepciones, como los menores no acompañados, algunas familias con niños muy pequeños o a las que considera más vulnerables, la norma está enviando a cientos de miles de migrantes de regreso a peligrosas ciudades del norte del país vecino, donde muchas veces quedan expuestos al crimen organizado y a la incertidumbre. Hace unas semanas, se hicieron virales las imágenes de una anciana hondureña de 93 años que huía de la violencia y que cruzó el Río Bravo en una balsa donde también llevaba su silla de ruedas. La mujer, que viajaba con su hija, les dijo a los periodistas entonces que quería reencontrarse con su nieta en Nueva Jersey, pero fue expulsada a Reynosa (Tamaulipas), donde murió unos días después.
Con información de El País