Esta semana, el director general de BYD México, Jorge Vallejo dijo que revisa las propuestas de tres estados para ubicar su futura planta, pero no identificó el nombre de esas entidades.
Pero como México se ha convertido en un foco de atracción para los vehículos eléctricos chinos, los funcionarios de Washington temen que el país pueda ser utilizado como una "puerta trasera" al mercado estadounidense, destacó CNBC.
El año pasado, China fue el principal proveedor de automóviles a México, exportando vehículos por valor de 4 mil 600 millones de dólares al país, según la Secretaría de Economía. Incluso los clientes que desconfían de los autos eléctricos se han dejado convencer por los precios asequibles. El rival de Tesla, BYD, vende su Dolphin Mini en México por unos 398 mil 800 pesos, un poco más de la mitad del precio del Tesla más barato.
"Los fabricantes de automóviles chinos llegaron al país de manera muy agresiva", dijo Juan Carlos Baker, ex subsecretario mexicano de Comercio Internacional.
"Tienen muy buenas promociones. Es un buen producto que se vende a un precio muy razonable".
Pero a los funcionarios estadounidenses les preocupa que esto pueda ser parte de una estrategia más amplia de los fabricantes de automóviles chinos para eludir las restricciones comerciales y entrar en el mercado estadounidense.
"México es una plataforma de producción atractiva, no sólo para las empresas chinas, sino también para otras empresas, en parte debido a ese acceso de libre comercio que tiene al mercado estadounidense", dijo Scott Paul, presidente de la Alianza para la Manufactura Estadounidense. "Y puede hacer algo que en términos comerciales se llama elusión".
Ese acceso al libre comercio es parte del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC), una versión revisada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que eliminó los aranceles sobre muchos bienes comercializados entre los países norteamericanos a partir de 2018.
Según el acuerdo, si una empresa automotriz extranjera fabrica en Canadá o México y puede demostrar que los materiales de construcción son de origen local, los bienes pueden exportarse a Estados Unidos prácticamente libres de impuestos.
"Hemos visto a China hacer esto también en otros tipos de manufacturas, desde electrodomésticos hasta autopartes y acero", dijo Paul. "Desde hace más de una década, China y Estados Unidos han estado jugando un juego de alto riesgo de golpear al topo cuando se trata de aranceles de política comercial".