Quién no recuerda a El Chavo del 8, uno de los programas más famosos en la historia de la televisión en Latinoamérica que, a pesar de que pase el tiempo, sigue vigente aún en las nuevas generaciones y ha alegrado a millones de personas en el mundo por casi cincuenta años.
La serie de comedia mexicana sacó su primera emisión en febrero de 1973 por Televisa, sin embargo, antes de que se diera a conocer como programa, primero surgió como sketch dos años antes, en 1971, como parte de “Chespirito”. De esta manera, como serie independiente, se mantuvo hasta febrero de 1980 y como sketch duró hasta 1992.
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A lo largo de los años, esta producción de Roberto Gómez Bolaños, que contó con 290 capítulos, ha causado felicidad en sus seguidores, no obstante, también generó un sinfín de dudas acerca de la vida de sus personajes y en especial del personaje interpretado por Chespirito, preguntas que nunca fueron contestadas en la serie.
LA HISTORIA DETRÁS DE EL CHAVO Y SU BARRIL
Algunos misterios del famoso programa y sus personajes se dieron a conocer en el libro “El diario del Chavo del 8”, un ejemplar que Roberto Gómez Bolaños publicó en los años noventa, con la intención de confesar algunos secretos de la famosa vecindad, así como de su protagonista.
En dicha edición se dio a conocer que El Chavo fue abandonado por su madre, de pequeño, en una guardería y fue enviado a un orfanato del que escapó varias veces debido a que nadie lo adoptaba, hasta que un día de tormenta El Chavo del 8 llegó a la vecindad en la que se convertiría en su nuevo hogar.
Posteriormente vivió con una mujer de la tercera edad en el departamento número 8, hasta que ella murió y pasó a vivir en todas las casas, lo que revela que El Chavo no vivía en el barril y solo lo utilizaba para jugar y esconderse.
¿CUÁL ERA EL NOMBRE REAL DE EL CHAVO?
Asimismo, en la obra “El diario del Chavo del 8”, Chespirito reveló el verdadero nombre del protagonista, que era Rodolfo Pietro Filiberto Raffaelo Guglielmi, aunque nunca fue llamado así por ninguno de los que habitaban en la vecindad.
De hecho, cada vez que alguien le preguntaba su verdadero nombre, él solo alcanzaba a decir “Fili…” y en ese momento era interrumpido por alguien o pasaba algo que robaba la atención de la pregunta, motivo por el cual, se empezó a crear un cierto misterio en torno a su identidad y por qué nunca podía terminar de responder a la simple pregunta.
Es importante mencionar que, a pesar de que esto fue revelado en el libro, el mismo Roberto Gómez Bolaños nunca llegó a confirmar la información directamente, ni tampoco su esposa Florinda Meza, ni su hijo Roberto Gómez Fernández y, recordemos que el actor falleció en 2014, por lo que este dato nunca pudo ser revalidado por él mismo.
Nota publicada originalmente en: El Sol de Puebla
