/ viernes 6 de agosto de 2021

El músico y compositor de jazz, Antonio Sánchez prepara su nuevo proyecto

El músico Antonio Sánchez cumple 50 años en noviembre, 45 de ellos ha tocado la batería, prepara un disco con temas de Lila Downs, Silvana Estrada, Trent Reznor y Dave Matthews

“Es curioso, pero casi no tengo recuerdos de mi vida antes de la batería”, dice Antonio Sánchez. El músico y compositor de jazz cumplirá en noviembre 50 años de vida. Al menos 45 de ellos ha tenido en sus manos un par de baquetas para tocar su instrumento, aquel con el que mantiene una de sus relaciones más profundas pero que a veces no logra reconocer.

“Llevo tantos años de relación con la batería que luego siento que es una extensión de mi cuerpo. Pero a veces se siente como un elemento completamente extraño y ajeno a mí. Y eso es lo fascinante del jazz, porque uno nunca llega a la perfección, siempre hay maneras de crecer más”.

Antonio Sánchez se ha convertido en un exponente clásico del jazz mexicano. Uno de los grandes, dirían. Realizar la banda sonora de Birdman, lo catapultó, pero él nunca ha dejado de experimentar, su último trabajo de estudio es un disco, aún sin nombre en el que reinterpreta algunas canciones de sus amigos.

“Le pedí una canción a Lila Downs, una de hip hop a Ana Tijoux, una a Thana Alexa, mi esposa; a Trent Reznor de Nine Inch Nals, Dave Matthews y a un montón de cantantes y artistas que admiro y que fueron lo suficientemente amables para regalarme una de sus canciones y hacer lo que a mí se me antojara”.

“En algunas de las piezas se me antojaba tener más voces y pensé en hacerlas yo. También porque me incomodaba muchísimo pedirles más, ya con que me hubieran dado la canción era suficiente, así que mejor las hice yo”.

La idea de realizar este álbum surgió cuando Antonio Sánchez escuchó cantar a Silvana Estrada con su cuatro venezolano durante un concierto. “Me gustó tanto que le dije ‘me encantaría ver qué puedo hacer con esa canción, ¿me la prestas?’. Entonces la regrabó con la voz y el cuatro por separado y yo creé un universo alrededor de eso. Me encantó tanto la idea que decidí hacer un disco completo con cantantes invitados”.

El trabajo, que lanzará el próximo año, es una especie de secuela de Bad Hombre, que estrenó en 2017 y por el que fue nominado al Grammy.

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Al igual que la primera parte, en este segundo tocará todos los instrumentos: “Bajo, batería, teclados, guitarra, ukulele, mandolina, percusión, tambores, todos los teclados, sintetizadores y la voz, porque canté todos los coros que estaba haciendo a las canciones”, adelanta.

Para este disco, Antonio Sánchez no sólo realizó vocales de apoyo, sino que interpretó todo un tema en solitario llamado Waiting, que escribió durante la pandemia. “La letra básicamente dice ‘estoy esperando a que esto pase’. Estaba en casa, haciendo mis experimentos en el estudio y se me ocurrió esa letra, la grabe y pensé por qué no ponerla en una canción”.

COMPARTE SU TALENTO

El músico originario de la Ciudad de México asume su éxito a una constante inquietud por hacer cosas nuevas, por experimentar con sonidos que parecerían no empatar. Pero sobre todo por los conocimientos que ha adquirido de otros artistas a lo largo de su carrera desde que llegó a Nueva York, donde se ha desarrollado profesionalmente.

“Cuando me fui a Boston conviví con muchísimos estudiantes y maestros que estaban tan obsesionados con la música como yo. Luego me fui a Nueva York a tocar con los grandes. Esos se volvieron puntos de referencia muy valiosos que me permitían darme cuenta de lo mucho que me faltaba y eso me inspiró para trabajar más fuerte y tratar de llegar a esos niveles”.

En esa idea de motivar a nuevas generaciones, Antonio Sánchez realizó una residencia de cuatro días en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) que concluyó ayer, donde invitó a artistas como la cantante Thana Alexa –su esposa–; el saxofonista Miguel Zenón; el guitarrista Adam Rogers; Kenny Werner, en el piano y Scott Colley, en el contrabajo, que ofrecieron clases a un grupo de becarios.

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“He tenido suerte de haberme ido al extranjero y experimentar cosas. Y mi idea es traer un poquito de esa experiencia para motivar a los estudiantes, que se den cuenta que tienen un potencial enorme. Si logramos esto de manera anual creo que habrá repercusiones muy positivas”.

En colaboración con DeQuinta Producciones y con el apoyo de la Fundación BBVA México, Antonio Sánchez plantea realizar esta residencia en el Cenart cada año. “Que la gente sepa que esto se armará en una época especifica del año y que sepan se pueden inscribir”.

“Es curioso, pero casi no tengo recuerdos de mi vida antes de la batería”, dice Antonio Sánchez. El músico y compositor de jazz cumplirá en noviembre 50 años de vida. Al menos 45 de ellos ha tenido en sus manos un par de baquetas para tocar su instrumento, aquel con el que mantiene una de sus relaciones más profundas pero que a veces no logra reconocer.

“Llevo tantos años de relación con la batería que luego siento que es una extensión de mi cuerpo. Pero a veces se siente como un elemento completamente extraño y ajeno a mí. Y eso es lo fascinante del jazz, porque uno nunca llega a la perfección, siempre hay maneras de crecer más”.

Antonio Sánchez se ha convertido en un exponente clásico del jazz mexicano. Uno de los grandes, dirían. Realizar la banda sonora de Birdman, lo catapultó, pero él nunca ha dejado de experimentar, su último trabajo de estudio es un disco, aún sin nombre en el que reinterpreta algunas canciones de sus amigos.

“Le pedí una canción a Lila Downs, una de hip hop a Ana Tijoux, una a Thana Alexa, mi esposa; a Trent Reznor de Nine Inch Nals, Dave Matthews y a un montón de cantantes y artistas que admiro y que fueron lo suficientemente amables para regalarme una de sus canciones y hacer lo que a mí se me antojara”.

“En algunas de las piezas se me antojaba tener más voces y pensé en hacerlas yo. También porque me incomodaba muchísimo pedirles más, ya con que me hubieran dado la canción era suficiente, así que mejor las hice yo”.

La idea de realizar este álbum surgió cuando Antonio Sánchez escuchó cantar a Silvana Estrada con su cuatro venezolano durante un concierto. “Me gustó tanto que le dije ‘me encantaría ver qué puedo hacer con esa canción, ¿me la prestas?’. Entonces la regrabó con la voz y el cuatro por separado y yo creé un universo alrededor de eso. Me encantó tanto la idea que decidí hacer un disco completo con cantantes invitados”.

El trabajo, que lanzará el próximo año, es una especie de secuela de Bad Hombre, que estrenó en 2017 y por el que fue nominado al Grammy.

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Al igual que la primera parte, en este segundo tocará todos los instrumentos: “Bajo, batería, teclados, guitarra, ukulele, mandolina, percusión, tambores, todos los teclados, sintetizadores y la voz, porque canté todos los coros que estaba haciendo a las canciones”, adelanta.

Para este disco, Antonio Sánchez no sólo realizó vocales de apoyo, sino que interpretó todo un tema en solitario llamado Waiting, que escribió durante la pandemia. “La letra básicamente dice ‘estoy esperando a que esto pase’. Estaba en casa, haciendo mis experimentos en el estudio y se me ocurrió esa letra, la grabe y pensé por qué no ponerla en una canción”.

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El músico originario de la Ciudad de México asume su éxito a una constante inquietud por hacer cosas nuevas, por experimentar con sonidos que parecerían no empatar. Pero sobre todo por los conocimientos que ha adquirido de otros artistas a lo largo de su carrera desde que llegó a Nueva York, donde se ha desarrollado profesionalmente.

“Cuando me fui a Boston conviví con muchísimos estudiantes y maestros que estaban tan obsesionados con la música como yo. Luego me fui a Nueva York a tocar con los grandes. Esos se volvieron puntos de referencia muy valiosos que me permitían darme cuenta de lo mucho que me faltaba y eso me inspiró para trabajar más fuerte y tratar de llegar a esos niveles”.

En esa idea de motivar a nuevas generaciones, Antonio Sánchez realizó una residencia de cuatro días en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) que concluyó ayer, donde invitó a artistas como la cantante Thana Alexa –su esposa–; el saxofonista Miguel Zenón; el guitarrista Adam Rogers; Kenny Werner, en el piano y Scott Colley, en el contrabajo, que ofrecieron clases a un grupo de becarios.

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“He tenido suerte de haberme ido al extranjero y experimentar cosas. Y mi idea es traer un poquito de esa experiencia para motivar a los estudiantes, que se den cuenta que tienen un potencial enorme. Si logramos esto de manera anual creo que habrá repercusiones muy positivas”.

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