Torreón, Coahuila. – Corría el año de 1936, el mundo se encaminaba al inicio de una segunda Guerra Mundial y en México existía la incertidumbre de una nación que levantaba y comenzaba a tomar forma después de la Revolución Mexicana, teniendo como Presidente de la Nación, a un representante de la lucha revolucionaria; Lázaro Cárdenas.
Por las fechas de noviembre de ese mismo año, la prensa internacional tenía los ojos puestos en la probable captura del revolucionario ruso Leon Trotsky, a quien debido a la presión puesta por su excamarada Stalin, quien buscaba que tanto Leon, como su esposa fueron repatriados a la Unión Soviética, debido a que se les acusaba de traición.
En tanto el revolucionario y su esposa, quienes se encontraban en Noruega, gozaban de una libertad absoluta en el país nórdico, sin embargo autoridades de ese país, terminaron cediendo ante las presiones del líder soviético y les dieron un ultimátum a la pareja de revolucionarios para salir de Noruega.
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Ante esto, narra Octavio Fernández Vilchis en un artículo para La Prensa en 1956, que Trotsky se quedaba sin opciones para asilarse, Estados Unidos y Reino Unido se negaban debido a la influencia de Stalin en estos países, la muerte parecía acecharlos y los representantes Trotskistas recurrieron a una sola opción, una joven reportera de nombre Anita Brenner, de origen mexicano y quien residía en Nueva York y además simpatizaba con la lucha socialista.
Ante esto, la periodista, decidió recurrir a un buen amigo de izquierda que tenía en México, Diego Rivera, el cual, al enterarse de la posibilidad de que el líder revolucionario estuviera en tierras mexicana se movió por cielo mar y tierra para conseguirlo. Sin embargo, al momento de busca al Presidente Cárdenas, no estaba en la Ciudad de México ya que ese encontraba cumpliendo con parte de la repartición de tierras en una ciudad norteña; Torreón, Coahuila.
Ante esto, el famoso pintor en compañía del máximo líder trotskista en México, emprendieron un viaje de casi dos día hacía la Perla de La Laguna, para entrevistarse y solicitar el asilo político a Leon Trotsky.
Finalmente fue el 23 de noviembre, cuando lograron encontrar a Cárdenas y extenderles su petición, ante lo que el mandatario un hombre simpatizante por la equidad y la revolución, así como humanitario, acepto sin pensarlo, con una sola condición, no provocar conflicto alguno en tierras mexicanas con los grupos de oposición.
De tal manera Rivera emprendió su viaje de regreso a México para tramitar la visa humanitaria, sin embargo, el secretario de Relaciones Exteriores, Eduardo Hay, se negó, por lo que tuvieron que viajar de nueva cuenta a tierras laguneras para buscar la firma del mandatario, quien esta vez o los recibió personalmente pero accedió a la solicitud y así el líder ruso y su esposa tenían luz verde para refugiarse en tierras mexicanas, de la mano de la familia Rivera, por lo que a finales de aquel 1936, Leon Trotsky y su esposa, lograron arribar a tierras mexicanas por el puerto de Tamaulipas, después de una ardua misión de buscar al Presidente Lázaro Cárdenas en Torreón.