En la esquina de la calle Guerrero y la avenida Coronado, marcado con el número 84, se alza el Chalet Tarín, un monumento que trasciende en la ciudad, no solo como un símbolo histórico, sino como una impresionante joya arquitectónica.
A principios del siglo XX, Don Refugio Tarín encargó la construcción del Chalet en una parcela de 521 metros cuadrados. Este edificio es un ejemplo destacado de la arquitectura ecléctica románica, caracterizada por sus puertas y ventanas de madera enmarcadas en cantera, así como vitrales. En su frente, un portal de madera cubierto se complementa con hermosos jardines y una enredadera que adorna los barandales de hierro forjado en la parte principal y lateral del edificio.
El cronista de la ciudad, José Jesús Vargas Garza, señala que el Chalet Tarín fue pionero en Lerdo en contar con un porche de madera, aunque lamentablemente este elemento se ha perdido con el tiempo.
En su apogeo, esta maravilla arquitectónica constaba de 12 habitaciones distribuidas en dos niveles. El edificio cuenta con dos fachadas, una principal y otra lateral, ambas resaltan por sus puertas y ventanas de madera, enmarcadas en cantera, con vitrales. La planta alta presenta una torre hexagonal que sobresale de la línea del Chalet, con ventanillas y una sección superior con ventanas circulares y un largo cono en la parte inferior de seis lados, además del mencionado portal con techo de madera.
La avenida Coronado al norte del edificio alberga otra propiedad anexa al Chalet, con un portón y una puerta de madera. En la parte trasera, se encontraban corrales o caballerizas, de los cuales aún se conservan arcos de ladrillo en ruinas.
Tras la muerte de Don Refugio Tarín, la propiedad pasó a manos de Cecilia Reyes. Luego, el Chalet, que aún estaba en construcción en 1905, fue transferido a Eduviges Holguín. Tras el fallecimiento de Eduviges, el edificio pasó como herencia a sus hijas, María Isabel y María Guadalupe Tarín Olguín.
Después de la muerte de la última heredera, el Chalet Tarín sufrió un periodo de abandono y deterioro. La estructura y el hermoso porche de madera que se encontraba en su fachada principal fueron víctimas de este proceso.
Hoy en día, uno de los sobrinos de la última heredera, quien logró mantener la propiedad del Chalet, ha comenzado a realizar mejoras significativas en los característicos ventanales de madera, la reposición del techo y la reconstrucción del porche que alguna vez adornó su frente.