Se acerca un aniversario más de uno de los momentos más complicados en la historia reciente de Coahuila. El día en que se desató un enfrentamiento armado entre miembros de un cártel con militares y policías estatales en Villa Unión y que dejó 23 personas muertas.
El enfrentamiento se realizó en la pequeña ciudad, ubicada a unos 65 kilómetros del municipio de Piedras Negras, cerca de la frontera con Estado Unidos. Durante el incidente un número indeterminado de personas, incluyendo algunos funcionarios de la ciudad, ‘desaparecieron’, según explicó el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme Solís a la prensa.
- También te puede interesar | Inicia el juicio por la balacera de Villa Unión, Coahuila, en 2019
“No sabemos dónde están en estos momentos, ni si se los llevaron”, agregó el funcionario, quien hablaba justo a las afueras de las oficinas del alcalde, cuya fachada lucía múltiples impactos de bala. “Por lo que se ve, querían causar ruido en la entidad y, además de ello, caos y miedo”.
¿Cómo fue el enfrentamiento en 2019 en Villa Unión, Coahuila?
El sábado 30 de noviembre los poco más de 6 mil habitantes en Villa Unión disfrutaban de un largo fin de semana. Tras el periodo de mayor violencia en el país, entre 2010 y 2013, estos momentos donde compatriotas regresaban de Estados Unidos para pasar el ‘Día de acción de Gracias’ eran atesorados.
Cerca de las 11:30 de la mañana, los habitantes del lado más cercano a Nuevo Laredo se comenzaron a ver caravanas que entraban al pueblo. En Tamaulipas, se encontraba la base del Cártel del Noroeste, una división de Los Zetas.
Los habitantes vieron como muchas personas con chalecos antibalas y equipo táctico parecido al de militares y policías, por lo que en un principio pensaron que se trataba de un operativo. “Mi cuñado contó 50, pero llegaron más por otro lado” expresó un hombre.
Un locatario vio pasar 20 camionetas, y comenzó a contarlas, cuando se percató de que algunas tenían placas de Texas, o ni siquiera las tenían, dejó de hacerlo. Sabía que eso significaba que no eran policías. Otros empezaron a ver camionetas con las letras “CDN” (Cártel del Noroeste) en el lateral.
Para las 11:45, la gente comenzó a esconderse. Los agresores bajaron de sus vehículos con fusiles de asalto y en cuanto los locatarios comenzaron a cerrar sus negocios, comenzaron a disparar en contra del ayuntamiento de la ciudad.
“No sabes ni qué pensar en ese momento, sólo te escondes”, dijo el tendero.
Para el medio día, los agresores secuestraron a tres civiles: dos bomberos locales y un empleado del departamento municipal de obras públicas. Dos aparecieron muerto más tarde. También capturaron a cinco menores, al parecer con la intención de utilizarlos con guías para escapar por los caminos de tierra entre los ranchos que rodean la localidad y llevan hacia los cerros de la vecina ciudad de Tamaulipas.
A las 12:30 del mediodía, las caravanas del cártel se encontraron con militares y la policía estatal al oeste de la ciudad. En medio de los tiroteos, los vecinos grabaron el sonido repetitivo y en secuencias de los fusiles de asalto, y el golpeteo constante de las largas rondas de ametralladora. La balacera duró una hora y media y dejó cuatro policías estatales y al menos nueve agresores muertos.
Por la noche, policía y soldados peinaron las afueras de Villa Unión y zona cercanas con helicópteros. Al parecer no todos los atacantes lograron huir hacia Nuevo Laredo y otro enfrentamiento se produjo, donde siete supuestos delincuentes murieron.
Para el domingo, más fuerzas federales llegaron al pueblo. Cuatro de los cinco jóvenes desaparecidos aparecieron con vida, al parecer liberados tras guiar a los agresores. El quinto joven, de 15 años, apareció también con vida horas más tarde. Un amigo de su familia expresó que lo trataron bien, pero quedó muy traumado.
El gobernador del estado llegó para asegurar a los vecinos que al día siguiente empezaría la reconstrucción del lugar, recalcando que las corporaciones de seguridad seguían haciendo su trabajo e hizo un llamado a la tranquilidad. Pero algunos todavía temblaban, y el miedo a que el cartel pudiera regresar estaba presente en casi todo el pueblo.