El multihomicidio que se perpetró en San Pedro hace algunos días deber ser una alerta en la sociedad, pues para el LCR, Alejandro AG. Aranda se dice que esta es una alerta que debe despertar a la sociedad y clasificar esta violencia de género que podría tener varias vertientes.
Apuntó que desafortunadamente para México el caos funciona, cuando menos en las últimas cuatros administraciones federales, “Atribuirse fenómenos criminales delictivos”.
Explicó que desde su óptica José Cruz “N”, el caso se confunde mucho de manera cultural y social. “El feminicidio en México, sobre todo en nuestro país es aquel sujeto que ya ha apropiado una cultura machista como parte de sus usos y sus costumbres de una manera demasiado arraigada”.
Es decir, el machismo de lo que piensa, hace y siente va completamente alineado a estos conceptos generacionales de la objetimización y dosificación de la mujer.
“Lo dijo tal vez en su audiencia inicial, fueron por celos. Probablemente en su lógica él pensaba que su cuñada, su suegra y la abuela encubrían a su esposa en algún tipo de dinámica de infidelidad. Muchos hombres llegan a un punto que se vuelven psicóticos dentro de este comportamiento celopático, donde ya imaginan y vislumbran cosas que no son, que no están pasando, a esta psicosis se añade una teoría que venimos manejando los analistas conductuales, psicólogos y criminólogos que se llama teoría de la desfrontalización”.
Explicó a este tipo de sujetos que no les funciona bien el ovulo frontal, que es la parte donde se manejan las emociones, la parte cognitiva y el sujeto está completamente no fuera de la realidad, “Porque no vamos a decir que un feminicida es un enfermo mental y que no requiere un castigo por el hecho delictivo de parte de la ley. En vez de cárcel un internamiento psiquiátrico o una terapia, es ilógico y eso no puede pasar”.
“Si bien si tienen conservados sus juicios, conservadas sus facultades mentales, éstas no funcionan adecuadamente, no es justificar la conducta del feminicida, es comprender para ver cómo vamos a trabajar con esos sujetos”.
Apuntó además que el comportamiento criminal de esos sujetos es demasiado sensible al ojo público. “Supongo que tuvo un impacto social a tal grado que la gente quiere su cabeza y pide justicia. En el sistema adversarial en el que se supone que los procesos son más rápidos donde los juicios se llevan con más prontitud, queremos inmediatamente la sentencia y el juez tiene que buscar los elementos para poder integrar esta parte de la sentencia. En ocasiones los jueces están atados de manos, porque absuelven a los criminales porque no se tienen las pruebas suficientes para imputarlo; por ejemplo en caso de acusar a una persona de feminicida, pero cuando llegue una auditoria y no tengan las pruebas, pero la gente exige”.
Pero pidió analizar muy bien el contexto social, “Porque se normaliza demasiado la violencia y se omiten todos los signos y síntomas. ¿Tuvo indicios previos?, ¿Señales que dio y que no se les prestó atención?, incluso de indicios que apuntaban a que iba a cometer el crimen”.
“Es muy probable que haya tenido conductas y comportamientos de violencia extrema, como golpes, agresiones sexuales, dosificaciones en cuanto al esquema de género y nadie lo alertó ni lo vio, o tal vez lo encubrieron, porque socialmente se sobreprotege por la sociedad”.
Señaló además que ya está previsto en la siguiente etapa del manual estadístico y acróstico de enfermedades mentales DCM6, incluir al feminismo radical como un tipo de psicosis, “Como mujeres no pueden estar teniendo esta paranoia de que todos los hombres son feminicidas u homicidas. Pero cómo ver o valorar y les doy una serie de caracteres típicos de un hombre que es violento”.
Refirió que en los en ejidos y rancherías se ve disfrazada esta situación, el machismo de hombría y devoción de las mujeres por amor, es disfraz cultural y social, por eso se encubren este tipo de conductas. Porque sobrepasan sus relaciones afectivas a lo que es la lógica, “Normalmente cuando se está en una relación de pareja no se observa, es diferente el observatorio ajeno al personal”.
Pero puso el dedo en la llaga, “Este hombre es un asesino serial”.
De acuerdo a los conceptos en el tema, un asesino serial tiene que cometer más de tres homicidios en un lapso definido, con las mismas características de patrones y el mismo modus operandi, “Pero ojo, porque esta declaración es polémica. En la tipología del carácter del asesino serial se tienen motivaciones internas y se tienen condicionamientos de predisposiciones, culturales, biológicas, físicas y de suelo”.
“Este hombre lo que hizo fue cometer un multihomicidio, pero si lo observamos bajo el mismo plano de características, de víctimas y de móvil, es un asesino serial. Mató a cuatro mujeres y si no lo hubieran capturado o le hubieran dejado libre, volvería a matar mujeres. Un feminicida prófugo de la justicia es un asesino serial en México”.
“En La Laguna estamos viendo muchos casos de violencia de género y no estamos exentos porque nuestra cultura abraza de una manera completamente machista. Es un tema de idiosincrasia, político, religioso, familiar, cultural, económico, profesional, humano, social y de todo tipo”.
“Realmente creo que hay mucha participación ciudadana en lo hacemos o dejamos de hacer para prevenirlo”, dijo.
Pero qué lección debe dejar este hecho en la sociedad, “Debemos dejar de ser admirados, morbosos, sorprendidos y que no se nos pase como una gripe. Todo el mundo se sorprendió, se conmocionaron, grabaron videos y luego se les olvida. Como se han olvidado infinidad de mujeres que continúan desaparecidas que han impactado a México este año, tenemos el caso de Fátima, Ingrid, Yessica Villaseñor. Se debe dar continuidad a este caso”.