También en las comunidades agrícolas hay perros en situación de abandono, pero aquí el problema social se convierte en inseguridad, luego que estableros y campesinos han sufrido daños en su hatos ganaderos y caprinos, “porque un perro hambriento busca a toda costa comer y ello los vuelve más violentos”.

Pedro Luna Solís, regidor de extracción cenecista, afirma que el campo no está exento de ataque de jaurías, porque a los corrales llegan de 5 hasta 15 canes para comerse un becerro recién nacido, una chiva o una gallina.

“Esto ha causado temor entre quienes vivimos en las comunidades agrícolas, y ello a la vez nos obliga a levantar nuestras cercas o bardas para evitar su entrada”.

Admite Luna Solías, que los perros callejeros muchas veces tratan de buscar alimento, pero tienden a sufrir maltratos y rechazos, y esto los convierte en más bravos.

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“Anteriormente los considerábamos como una mascota agradable y que se habituaba al medio ambiente familiar, pero desafortunadamente muchos les niegan la comida, de ahí que busquen saciarla en otras partes, yéndose a los establos y corrales”, dijo.

“También es un problema social y de salubridad, sin embargo, debemos dar gracias que la rabia y la sarna son problemas erradicados, pero esto no obsta que seamos presa de los perros con hambre, bravos y violentos, que con tal de comer han atacado también a personas”, dijo.

“Por ello, apuntó que es necesario tomar precauciones y por supuesto adoptar una campaña de esterilización, pero más que nada hacernos responsables de nuestras propias mascotas para evitar este tipo acciones, que, al acentuarse, más que nada, causan temor”, expuso.