Gómez Palacio. – Desde niño soñaba con ser policía y jugaba a atrapar ladrones, luego se inscribió a una convocatoria para crear a la nueva Policía de Gómez Palacio y ahora es instructor de los cadetes.
A sus 39 años de edad, Josué De Alba se han convertido en un ejemplo para quienes aspiran a dedicarse profesionalmente al cuidado de la ciudadanía.
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Nació en la Ciudad de México, pero se considera lagunero de corazón.
“Me gustaba mucho jugar a las pistolitas de agua y las chinampinas que tronaban, pedía que me regalaran los juguetes donde venía la placa del ´sheriff´. Mi gusto fue natural, puesto que en la familia nadie se ha dedicado a la seguridad pública, en ninguna generación”.
En el 2013 la Policía de Gómez Palacio desapareció debido a la filtración que había del crimen organizado, por lo que empezaron desde cero en 2015 y se lanzó una convocatoria para crear a la primera generación de la “Nueva Policía”, él se apuntó, pasó los filtros y así se integró a la corporación.
“Siempre quise entrar para acabar con los robos, detener a los delincuentes, entonces me puse a estudiar mucho los métodos de los ladrones”.
Ha participado, junto con sus compañeros, en una gran cantidad de detención de delincuentes y combate de robos a través de investigación y flagrancia, además de rescate de personas en incendios.
Gracias a su dedicación, espíritu de servicio y disciplina, ha ido creciendo y actualmente es capacitador en la Academia de Policía.
Ahí, además de formar a los próximos oficiales, en tácticas, uso de armas, defensa personal, combate a la delincuencia y otros aspectos, también les dice cómo deben de comportarse y estar a la altura de las necesidades de la población.
“Lo primero que les digo es que es un trabajo muy bonito, pero también muy complicado. Hay que tener mucho temple y saber hablar con la gente, pues por cómo te portes, así se comportarán contigo, y de ello depende el resultado”.
“En la calle nos topamos con todo tipo de personas, desde las que dan las gracias hasta las que mientan la madre”.
En cuanto a los riesgos de su trabajo, sabe que puede presentarse una situación que ponga en riesgo su vida y no regresar a casa para abrazar a su esposa e hija.
“Incluso, mis papás no querían que ingresara a la Dirección de Seguridad, pero esto es lo que me gusta”.
“Le digo a mi familia que, si algún día me muero en el trabajo, moriré haciendo lo que me gusta, que no lo vean como algo triste, pues yo estaba disfrutando y me tocó perder”.
Finalmente, al ser cuestionado sobre lo mejor de ser policía, su respuesta fue contundente: “ayudar a la gente”.