Gómez Palacio, Durango. - Unos vienen... otros se van indignados, mientras que algunos con bloqueos y manifestaciones, arengados por nuevos o vetustos líderes, buscan seguir viviendo del paternalismo que brinda el ayuntamiento, pero que en tiempos de crisis sanitaria la respuesta es nula y por lo tanto, el recurso sigue varado, tal como lo exige el Gobierno Federal.
Gerardo Cázares Espino, de 60 años de edad, quien vende diariamente chicles, dulces y frituras, es el testigo mudo de toda esta clase de movimientos sociales que suceden a menudo y no sólo en Gómez Palacio sino en todo el país, pero sólo ve y calla.
Este tejedor de historias, originario de la colonia San Antonio de Gómez Palacio, tiene seis años abajo del puente peatonal frente a presidencia municipal ofreciendo su mercancía a los peatones y empleados de presidencia.
Les endulza la vida y es testigo a la vez, de cada manifestación en la explanada de la presidencia municipal, convertida en el escenario del reclamo, quizá de causas justas y en ocasiones tan desproporcionadas que no tienen razón de ser, coincide nuestro entrevistado.
Don Gerardo, ¿la pandemia le ha afectado?
-Como a todos. Pero hay que salir adelante, hoy más que nunca para coadyuvar en poco con la educación de mis nietos. Pero la pobreza se lleva en la mente y quien no quiere trabajar, seguramente que le ha asentado bien el aislamiento, pero bien protegido con cubrebocas, con gel antibacterial y usando hasta guantes podemos evadir un poco este virus trabajando.
También dice que a partir de hoy, lo más caro será la existencia, porque no sólo hay que sortear los conflictos cotidianos, "sino cuidarse de este mortal virus que de acuerdo a las autoridades de salud, nos puede dar a todos y es lo que nos mantiene impacientes".
Este personaje tiene tres hijos ya casados y para llegar a las 8 de la mañana y vender, se levanta desde las 6 para preparar triciclo y los "chocholucos" y partir desde San Antonio hasta la presidencia desde las 7 de la mañana.
Admira a la presidenta municipal Marina Vitela, primero como mujer y luego por el aporte y arrestos que tiene para dar soluciones dentro de las posibilidades del municipio.
"La veo llegar cada mañana sin importar la pandemia acompañada de su personal, a veces preocupada, otras, sonriente, pero lo cierto, es que este 2020 nos vino a marcar la vida, por tanto peligro que hemos pasado y que a todos nos fastidia y por ello insisto, ser presidente está cabrón, porque se enreda en un mundo de problemas, que todos queremos nos resuelva".
Dice además que la historia no sólo deben hacerla los políticos, "sino uno mismo, porque se puede fraguar en cualquier lado, pero cada quien haciéndonos responsable de nuestros propios actos".
Lo cierto es que este noble vendedor siempre está presente en la forma más auténtica del pueblo, compartiendo tradiciones, creencias y un trato verbal especial con sus clientes, que es la fórmula para seguir vigente.
Ser pobre no significa marginación y mucho menos, constituye un delito de objeto de desconfianza; tampoco se caracteriza por la falta de comida o vestido y como lo dijo don Gerardo en otras palabras, más bien hay pobreza psíquica, que produce el aislamiento, porque ser pobre, pero trabajador, también es digno.
Y al hablar sobre el futuro, con esas manos marcadas por el sol, se quita la cachucha, se mese los cabellos y responde:
"Llegarán más años y estoy consciente que merman las facultades, pero quizá ya tenga un ahorro que me permita ya no salir de la casa, pero mientras, hay suficiente fuerza para trabajar, que es la puerta de salida a la pobreza que es lo que define nuestra misión en el mundo".
Da a entender que hoy en día, hay un gran dilema crucial, o el trabajo o el quedarse en casa, "pero si nos quedamos con los brazos cruzados aún cansados, claro que nos moriremos de hambre, así que hay que llevar dinero a la familia, claro saliendo protegidos y vender a larga distancia, aunque los clientes saben del peligro que existen y lo hacen".
De acuerdo a un informe de Movilidad Social del 2019 en México, 74 de cada 100 mexicanos que nacen en la pobreza, no logran salir de ella, pero para Gerardo Cázares Espino vender dulces y chicles, fue el camino para darle escuela a sus tres hijos, reflejo del esfuerzo por dejar de ser del montón, incluso tiene casa de Infonavit, a la que muy pocos tienen acceso al no tener una seguridad social de soporte.
Dice ser padre pobre, pero rico en amor, haciendo referencia al dicho de que "de nada sirve ser rico en dinero, cuando eres pobre en tu corazón".
Y mientras la pobreza, la marginación y la miseria hacen estragos, tal como se había anunciado hace dos meses por el Covid-19, el cual paralizó todas las actividades económicos, a este vendedor, sólo le incumbe un papel único y fundamental como motor de familia, garantizar los ingresos para la seguridad básica de la familia... ¡¡¡vendiendo dulces!!!, una labor tan digna como otras más.