Torreón, Coahuila.- Adrian es un niño lagunero que nació el 12 de septiembre del 2020 y a los cinco meses de edad le diagnosticaron un tipo de cáncer denominado rabdomiosarcoma fusocelular, que es un tumor de músculo.
Su primer ciclo de quimioterapia fue el 4 de marzo del 2021, recibió 13 y tras un año y cuatro meses de tratamiento, finalmente acudió a su última el pasado martes en la Clínica 71 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Su madre, Cristina del Socorro Serrano Sotomayor, asesora de lactancia y psicóloga perinatal, comentó que terminó un tramo del camino y agradeció a quienes la apoyaron, pues sin su sostén no lo habrían logrado.
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“Ahora sólo a esperar el PET CT y pedimos a Dios que salga todo bien para ya estar oficialmente en vigilancia y que logremos atravesar esos cinco años de vigilancia sin ninguna complicación”.
“Tengo tiempo reflexionando cómo es sencillo tener fe cuando todo va bien, pero mantenerla cuando las cosas salen de acuerdo al plan de Dios y no al nuestro, es el reto. En todo este tiempo, me ha sido sencillo mantener mi fe, pues he visto las maravillas de Dios en mi hijo, le pido a Él con toda vehemencia que me siga mostrando sus maravillas y mi fe no sea puesta a prueba, aun así, mi hijo siempre ha estado y sigue estando en sus manos”.
Además se reconocer la valentía y esfuerzo de Adrian, Cristina también agradeció a su esposo por nunca soltarlos de la mano, al igual que a sus otras dos hijas.
LA HISTORIA DE ADRIAN Y SUS COMPLICACIONES DE SALUD
El menor, a los 30 días de nacido empezó a tener dificultades para respirar, por lo que lo llevaron a un doctor quien les dijo que tenía laringomalacia y la amígdala derecha crecida, a lo que otros especialistas coincidieron, además de que era una condición que se quitaba con el tiempo.
Sin embargo, el niño comenzó a perder peso y optaron por ir con un gastroenterólogo, quien explicó que se debía a la misma laringomalacia e iniciaron con dietas especiales.
“Adrian siempre ha tomado leche materna, entonces yo dejé de comer todo tipo de lácteos y carne de res para evitar proteína de la vaca, para, de esta manera, ayudar a que la situación mejorara”.
“En teoría, con eso, él iba a empezar a ganar peso, pero al pasar un mes vimos que no era así y buscamos a otras opciones, como una otorrino en la ciudad de Monterrey, quien coincidió con el diagnóstico, pero nos dimos cuenta que los otorrinos que habíamos visitado no tenían subespecialidad en pediatría”.
“Por eso busqué a otra otorrino pediatra en la Ciudad de México, quien me dijo que no podría verlo online, pero me recomendó al doctor Mantilla en Chihuahua, quien desde que lo revisó dijo que no tenía laringomalacia”.
Al final resultó que no era una amígdala crecida, sino que había una bolita en la zona y que era necesario hacerle una tomografía de forma inmediata y se dieron cuenta que tenía una tumoración en su cuello de cuatro por tres centímetros.
“Enseguida ingresamos a Adrian en el Hospital Infantil de Especialidades en Chihuahua para hacerle una cirugía de emergencia. Le colocaron una traqueostomía en su cuello y se tomó una muestra del tumor y un patólogo nos dijo que era un rabdomiosarcoma fusocelular”.
De esa manera, empezaron con los tratamientos para vencer el cáncer y a desarrollar actividades diversas para pagar y cubrir también la inversión de sus atenciones.