Saltillo, Coahuila.- Los niños y las niñas quedaron atrapados en sus hogares desde hace más de un año por la pandemia originada por el Covid-19, lo que trajo serios problemas de salud como ansiedad, cambios de humor y depresión, aseguraron especialistas.
Desde el 17 de marzo del 2020 se suspendieron en Coahuila las clases presenciales y miles de estudiantes fueron enviados a sus domicilios para comenzar con una nueva modalidad de educación con clases en línea.
Mario Leonardo, Leo, es un pequeño de 8 años que estudia el tercero de primaria en el colegio Saltillo Christian School. No sabía qué era el Covid y se enteró hasta después del período vacacional de Semana Santa que se prohibió regresar a las aulas y comenzar a tomar las clases en línea, las cuales no le gustaron mucho.
“Usaba un libro que era para mejorar mi letra, y también había traído todos mis libros para mejorar en cada uno; antes estudiaba en la escuela, luego cuando vino el Covid estudié en línea”, relató Leo.
A él, como a muchos otros niños, no le gusta estar en su casa porque se aburre y se siente atrapado. Le gustaba ir a la escuela porque convivía con sus amigos y repentinamente dejó de verlos y de hablar con ellos.
“Para mí el Covid es una infección que se creó en un país, esa infección fue transportándose, pero si te cuidas bien, ese Covid, que dicen, puede que haga que varias personas se enfermen, pero si tienes una buena rutina y no salir tantas veces sin cubre bocas, así te puedes salvar un poco del Covid”, expresó Leo.
El Covid le generó miedo y preocupación, y al ser un niño de 8 años se llenó su cabeza de estrés, generado por algo que no entendía y que sigue sin entender.
Le llegó la tristeza
Jeremías es un pequeño de 9 años que vive la misma institución de Leo. El niño dijo que no le gusta estar encerrado en su casa y que se puso muy triste cuando ya no regresaron a la escuela hace más de un año.
Recuerda que una de las cosas positivas que le ha dejado la pandemia fue un nuevo celular, ya que antes de él no tenía uno, y que gracias al dispositivo pudo seguir con sus estudios y tomar las clases en línea.
Para él no le pareció difícil seguir con sus estudios de esta forma, pero no le gustó esa modalidad ya que no puede convivir con sus compañeros, ni platicar y ni jugar, cosas que hacía cuando estaba en la escuela.
“Sólo vi a mis compañeros en línea, por cuadritos, eso no estaba padre porque no podemos platicar, no podemos hacer casi nada, me gustaba más estar en la escuela porque podemos platicar y jugar en el recreo”, dijo Jeremías.
Desafortunadamente, él cómo muchos otros niños tuvo que estar mucho tiempo solo durante la pandemia porque sus dos padres trabajaban y él se tenía que conectar solo, hacer sus trabajos y las tareas mientras sus padres estaban ausentes del hogar.
Su casa, su cuartel
A más de un año de vivir en el encierro, algunos pequeños muestran a través de dibujos cómo ven al Covid-19 desde sus hogares.
Leo y Jeremías dibujaron cómo veían el Covid-19. Leo pintó una casa grande, del tamaño de toda la hoja, mientras que Jeremías pintó una casa pequeña.
Para la directora de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Coahuila, Berenice de la Peña, una de las afectaciones más graves que sufrieron los menores a casusa de la pandemia es la socialización.
Explicó que los niños que están trabajando en sus casas, al regreso escolar podrían presentar este problema, ya que se generarían conflictos con la territorialidad, los espacios y la forma en la que conviven y trabajan dentro de las aulas.
Después de hacer un análisis de los dibujos, Berenice de la Peña explicó que éstos son muy interesantes, debido a que los pequeños perciben al Covid-19 como algo que ven en todas partes, que ya es algo cotidiano para ellos, pero que lo siguen viendo como una amenaza.
Dijo que algo que le llamó la atención es cómo los menores ven al Covid en todas partes, pero que, en un aspecto que se puede considerar como positivo, es que lo ven como algo que está fuera de sus casas.
En ese sentido relató que pese a los estragos que se pueden considerar por el encierro que sufrieron estos menores, los dibujos reflejan que veían su hogar como un lugar seguro, ya que colocaron al virus al exterior.
Serios problemas
Por su parte, la psicóloga infantil Amanda Díaz comentó que estos dibujos reflejan altos niveles de ansiedad y que al ver que la amenaza está fuera de casa, como medio de protección los menores reflejan aislamiento, inseguridad y baja autoestima.
“Respecto a los dibujos, a manera general, los niños crean una representación gráfica del significado que para ellos tiene el Covid-19, cómo y dónde lo ven; recordemos que a mayor edad, mayor conciencia de realidad. Muestran al virus como habitante en el exterior del hogar, posiblemente ligado a los indicadores de ansiedad que manifiestan en estos dibujos”, explicó la especialista infantil.
Dio a conocer que algunos de los problemas que los menores están presentando a consecuencia del encierro por la pandemia de Covid-19 son ansiedad, cambios de humor y depresión, esta última en los casos más severos.
“Recordemos que los niños en esta etapa de desarrollo son un ser social, entonces la parte de convivir con más niños, la parte del desarrollo va enfocada a varías vías, entonces al quitarles esta oportunidad de convivir con otros niños sus habilidades sociales van bajando”, agregó.
De acuerdo con sus estudios y con los pacientes que ha tenido la oportunidad de atender, reveló que otra de las afectaciones del encierro es la falta de actividad física, lo que ha generado en algunos niños altos grados de obesidad infantil, ya que con la ansiedad los menores suelen como mucho o por el contrario no comer nada, lo que puede provocar problemas de desnutrición infantil.
Aunado a esto otro de los problemas patológicos que los niños podrían generar es la fobia social; explicó que con esta patología los menores podrían asociar el no salir de casa, el evitar multitudes y el mantener distanciamiento con otras personas como medio de protección.
“Esto no es un problema menor, ya que esta generación podría ser de personas más tímidas, retraídas e introvertidas, lo que generaría cierta dificultad para generar vínculos personales”.
Además, pese a que el suicidio es multifactorial, estas patologías podrían ser un factor de riesgo que aumentaría el suicidio en menores de edad, sin dejar de lado el contexto familiar en el que se desarrollan, que es muy importante para su prevención.
Por otro lado, en el ámbito académico, considera que al darse un aprendizaje de manera virtual no se da mucho la oportunidad de la retroalimentación con un docente, que es sumamente importante para la retención de nuevos conocimientos.
“Al estar en casa, que es un ambiente preparado más para el descanso, es difícil que realicen tareas, que pongan atención en un dispositivo electrónico, porque digamos que la casa no está preparada como un salón de clases, para, precisamente, desarrollar la función de aprender”, detalló la psicóloga.
Aprendizaje, sólo en las aulas
En este sentido, la maestra Gabriela Sauceda, quien imparte quinto y sexto de primaria el Colegio Saltillo Christian School y que cuenta con cinco años de experiencia como docente, dijo que “no hay como tener de cerca, o dar un seguimiento de cerca al proceso del alumno”.
Relató que, en el caso de la educación a distancia, a pesar de que hagan sus actividades, de que cumplan con sus tareas y tomen las clases, no tienen la veracidad de que el objetivo se esté logrando, es decir, que el menor esté aprendiendo.
A pesar de que el Secretario de Educación en el Estado, Higino Gonzales Calderón, ha repetido en diferentes ocasiones que este año de pandemia se enfocaron en los “conocimientos clave” que ayudan a que el alumno pueda pasar al siguiente ciclo escolar, la docente prevé que sólo una minoría de los alumnos que toman clases en línea puede lograr alcanzar dichos aprendizajes.
“El fin del sistema de educación en México es precisamente el logro de aprendizajes, o bien conseguir que al final del ciclo el alumno alcance un perfil de egreso que está ya bien estipulado por grado”, comentó.
Además, hay ciertos factores que influyen para un óptimo aprendizaje, como la socialización, el contexto, la participación, que el alumno se sienta acompañado, que pueda compartir con sus compañeros y que se involucre y desenvuelva en un ambiente de aprendizaje, que son actividades guiadas por el docente y que se llevan a cabo dentro del aula, lo que le da al alumno la manera en la que puede aprender a la par de sus compañeros.
La docente comentó que en definitiva se pierde el interés de aprender al momento de estar aislado, ya que de los seis a los 12 años los niños viven una etapa en la cual es muy importante el sentirse acompañados.
“Al estar en un grupo comparten intereses, ya sean escolares o personales, hay una mayor motivación y el niño tiene ganas de seguir a la escuela y de seguir aprendiendo, pero al estar solo y aislado, al tener dudas y no saber qué es lo que pasa ni con la escuela ni la enfermedad, incluso con sus papás, generan situaciones de estrés e incertidumbre y baja el rendimiento”, explicó.