Muzquiz, Coahuila.-Mauricio Martínez Cortez fue el primer minero que extrajeron de la mina MICARAN, sin vida. Pedro Sánchez y su hijo fueron quienes rescataron su cuerpo, a poco más de 50 metros de profundidad, ahogado, rompiendo en llanto al sufrir la pérdida de un compañero.
Pedro no sabe si la tragedia de la Mina MICARAN, que se encuentra en el ejido Las Rancherías, se pudo haber evitado o fue un accidente circunstancial debido a la fuerte precipitación que se presentó la madrugada del viernes que inundó el tajo y causó que la presión del agua reventara la mina y se inundara, dejando a siete de sus compañeros atrapados, entre ellos Mauricio Cortez, con quien trabajó durante algunos años en una de las minas de la Región Carbonífera.
Lo que tiene claro, al igual que su hijo Pedro, de 22 años, es que la situación en las minas es precaria y que siempre hay riesgo, pero al no tener otra fuente de ingresos para solventar los gastos de sus familias, diariamente arriesgan sus vidas en jornadas de 12 horas para ganar alrededor de 2 mil 500 pesos por semana.
Pese a que él no trabaja en esa mina desde hace un par de años, al conocer los trazos y la estructura, acudió como voluntario desde que se dio a conocer la tragedia, a las 12:30 del medio día, al igual que muchos de la comunidad minera que gracias a los años que han llevado esta labor se convierten en expertos, puesto que saben las dimensiones y como moverse al interior de esta y de cualquier mina del Muzquiz.
Para que el rescate de los restos de Mauricio se diera Pedro y sus demás compañeros trabajaron día y noche. No se fueron a descansar durante la madrugada ni a la mañana siguiente, perdió noción del tiempo y no sabe a qué hora encontró el cuerpo, que se encontraba flotando entre el agua y lodo, con golpes en el rostro.
“no se ha qué hora lo encontré, es más ahorita no se ni qué hora es, el mismo cansancio de uno, pero las ganas de apoyar lo hacen estar ahí sin saber qué horas son, ni que ya amaneció, ni que ya es tarde, ni que ya oscureció, tenemos que seguirle hasta sacarlos a todos”
Sin embargo, sus ojos irritados, su manos llenas de lodo y tierra, al igual que sus zapatos, lo hacían tener un andar lento. El cansancio era visible, así que cuando encontró a Mauricio, llorar su perdida y avisar a su familia de la tragedia, salió junto con su hijo de la mina, para comer algo, tomar un baño y descansar un poco, porque aún tenía que regresar a seguir con las labores para rescatar al resto de sus compañeros.
-La muerte de mauricio descontrola a la familia.
“mami, pide permiso, metete por favor, Meche está muy descontrolada...” fueron las palabras que Olga Sánchez, Consuegra de Mauricio, escuchó al teléfono, cuando les avisaron que lo habían encontrado, sin vida.
Pedro fue quien les avisó de esto, los abrazó al darles las mala noticia, desde ese momento todo fue un caos, todo fue llanto, no había consuelo para los familiares de Mauricio, que durante la madrugada del viernes se mantuvieron a la expectativa, orando para que saliera con vida.
Mauricio, desde joven, trabajó en las minas, tenía más de 30 años explotando carbón porque, al igual que muchos habitantes de Palau, Las Rancherías y de otras comunidades de Muzquiz, les venía mejor arriesgar su vida a sacar 500 pesos en una maquiladora.
Meche, yerna de Mauricio y Paty, su esposa, sufrieron una crisis al enterarse de su muerte, se descontrolaron, rompieron en llanto. La otra hija de Olga no las podía controlar así que la llamó y le pidió que entrara al interior de la mina, en donde desde las 2 de la tarde se estaban llevando las labores de rescate para sacar a los siete mineros atrapados.
Pero a Olga no le daban acceso, los elementos de la Guardia Nacional encargados del primer filtro de entrada impedían el acceso a cualquier persona que no fuera un familiar directo, así que Olga suplicó una muestra de humanidad para que la dejaran entrar y poder apoyar a su hija y a su consuegra.
“yo me mantuve aquí afuera mientras pude, pero ahorita si les voy a pedir de favor que me dejen entrar, yo necesito ver a mi hija, mi hija se descontrola mucho...”
Olga se postró ante los uniformados, con lágrimas en los ojos les explicó que ya habían encontrado a Mauricio y que tenía que apoyar y cuidar a su hija. Estos la vieron, le hicieron preguntas y luego de un par de minutos, la dejaron entrar y estar con su hija, su yerno y su consuegra, quienes no concebían lo sucedido y se encontraban en crisis...
-El primer hallazgo da fortaleza, pero mata esperanzas...
“se me hace que no, creo yo, según a como se mira, no creo que haya nadie con vida...” dijo Misael Rodríguez, yerno de Gonzalo Cruz, de 53 años, uno de los siete mineros atrapados en la Mina.
Misael también se sumó a las labores de búsqueda y rescate, no solo por su suegro, sino por Pedro, Francisco, Humberto, Damián, Leopoldo y Mauricio, pero con el hallazgo del cuerpo este último, y el transcurso de las horas sin mucho avance en el drenado de la mina, la esperanza de que fueran rescatados con vida se desvanecía.
Pero esto en lugar de desmotivarlos, tanto a él como al centenar de mineros que se sumaron a las labores de búsqueda y rescate, les daban fuerzas para seguir, pese al intenso sol, pese al desgaste físico, al hambre y la incertidumbre de cuantas horas, días o semanas les llevaría encontrarlos a todos, porque, algo que dejaron en claro, es que no descansarían hasta sacarlos.
A esto se sumaron decenas de vecinos de las comunidades aledañas al ejido las Rancherías, dando muestra de que la comunidad minera de la Región Carbonífera siempre está dispuesta a ayudar y que por cada minero que pierde la vida todos lloran, todos sufren.
Y esto se demostró durante el primer y el segundo día de labores de búsqueda y rescate de los mineros ya que decenas de personas llegaron con víveres para los rescatistas, autoridades y todo aquel que necesita un trago de agua, un plato de comida o una sombra bajo un toldo, para descansar del ardiente sol.
Cuando se dieron cuenta de que Mauricio fue encontrado sin vida todos los que estaban ahí, algunos sin conocerlo, se conmocionaron, ya que son hijos, hijas y esposas de mineros y siempre han estado conscientes del riesgo que esto conlleva.
Sin embargo, pese a que la esperanza se apagaba de apoco, continuaban firmes para lo que se necesitara, para ayudar en caso de ser necesario y para seguir orando por el rescate del resto de los mineros.