Torreón, Coahuila.- Tras más de 30 años de colaborar en el Centro de Integración Juvenil (CIJ) Torreón, Rafael Mora Garza dice adiós y asegura irse "demasiado satisfecho" de haber contribuido a mejorar la calidad de vida de miles de jóvenes y sus familias, por lo que es considerado un ícono en el combate a las adicciones.
Su salida oficial será el próximo mes de agosto, se va a sus 62 años de edad, y el patronato de la institución ya está enterado.
Cuando cursaba el bachillerato, en la Preparatoria Venustiano Carranza (PVC), ya tenía claro que quería ser psicólogo y lo primero que hizo al graduarse fue tomar un autobús para viajar a Monterrey para estudiar la carrera en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
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Allá, gracias a su talento y habilidad, recibió la invitación a trabajar un centro de atención psicopedagógico aún siendo universitario.
Luego, durante una visita que hizo a La Laguna, le propusieron incorporarse en un centro de terapia educativa, por lo que volvió a su tierra.
Ya estando de nueva cuenta en Torreón, le platicaron que abrirían por primera vez un Centro de Integración Juvenil (CIJ), en octubre de 1987, se apuntó para formar parte del equipo y quedó.
"La directora era Beatriz Montemayor González y yo fui parte del equipo de psicólogos, así estuve durante 18 años".
"Me salí del 2006 al 2009 para ser director de Desarrollo Comunitario del DIF Municipal, durante la administración del entonces alcalde José Ángel Pérez y su esposa María Luisa Berrueto de Pérez, quien era la titular de la dependencia".
Al terminar su labor en el DIF, le marcaron para invitarlo a reincorporarse al CIJ, pero ahora como Director, tras la jubilación de Montemayor González.
Tanto como psicólogo como titular, estimó haber atendido más de ocho mil casos relacionados con el tratamiento contras las adicciones en jóvenes y acompañamiento a sus familias.
DOÑA IRENE, LA HISTORIA MÁS TRISTE EN 3 DÉCADAS PARA RAFA MORA
Si bien, durante más de tres décadas, le tocó atender infinidad de historias impactantes, conmovedoras y difíciles, siempre va a recordar la de doña Irene y el inmenso amor hacia sus hijos adictos.
"Y es que duró, en diferentes momentos, como 10 años acudiendo a recibir ayuda a los grupos de familias de adictos, pues tenía un hijo mayor con problemas de adicción al alcohol y drogas, quien llegó a ir de manera esporádica a algunas sesiones, pero que siempre estuvo como muy renuente a recibir ayuda. Ella, a pesar de la historia terrible que tenía en su familia, nunca se rindió y demostró hasta dónde es tan grande el amor de una mamá para ayudar a su hijo y a ella misma".
"Luego su otro hijo menor empezó por las mismas. Además, había otra historia de su esposo con violencia hacia ella, quien tenía otras mujeres y otras familias. Fue una mujer que aguantó de todo y siempre decía que lo hacía por amor a sus hijos. Pese a todas las adversidades, siempre estuvo ahí, con la esperanza de que sus hijos cambiaran. Su hijo el mayor nunca dejó las drogas, murió, el más chico sí. Ella ya falleció".
En ese contexto, comentó que como psicólogo también estuvo en contantes tratamientos, pues igualmente le pagaban las situaciones de dolor y sufrimiento que atendió.
LO MÁS BONITO QUE SE LLEVA RAFA MORA
Lo más bonito que se llevará a su salida el CIJ es haber fungido como vínculo para mejorar la vida de sus los jóvenes y sus familias, hacer amigos, contar experiencias y realizar foros en escuelas.
"El problema de las drogas es muy difícil y cuando piensas que ya no puedes hacer nada, siempre surge esa parte que te lleva a dar más y a contribuir a que los chavos salgan de ese mundo tan malo".
Sí pudimos hacer cosas y sí pudimos hacer que cambiaran.
EL CRISTAL, LA PEOR DROGA QUE VIO RAFA MORA
El aún director del CIJ vio cómo los chavos laguneros eran consumidos por resistol, cocaína, mariguana, alcohol, tabaco, thinner, gasolina, heroína y cristal.
"Y, sin duda, el cristal es la que más los ha dañado. Para las otras sustancias, creo yo, estábamos preparados, pero el cristal nos agarró desprevenidos a todos".
"Ahorita, siete de cada 10 pacientes de nuevo ingreso dependen de dicho narcótico, cuando en el 2015 era uno, pero de cada 100.
‘LA MORITA’, LA OTRA PASIÓN DE RAFA MORA
Al ser cuestionado donde estaría si por más de 30 años no hubiera estado en el CIJ, su respuesta fue: "‘La Morita’".
Se trata de un negocio familiar que iniciaron sus padres, que empezó en 1954 y se ubica sobre la avenida Ocampo, en la colonia Centro, dedicado a la elaboración y venta de antojitos mexicanos. De hecho, ahí atiende por las noches, pero se quiere dedicar de ello, su segunda pasión, la comida.
Así se despedirá este mes de agosto Rafael Mora, ícono de la lucha contra las adicciones, psicólogo y director del Centro de Integración Juvenil (CIJ) Torreón.
