Juan José Pacheco piensa que para ser maestro es necesario tener una gran vocación, no es sólo tener un título, trabajar y conseguir una plaza; hay muchos sacrificios los que se hacen para poder desempeñar esta noble labor, de enseñar y guiar a tantos niños, sobre todo cuando se trabaja en escuelas rurales, en comunidades alejadas y carentes de recursos y comodidades.
Inició su camino por la docencia a una edad poco común, 43 años, aunque llegó a creer que por la madurez a sus 43 años no sería tan complicado sortear dificultades, no fue así, nada fue sencillo en la comunidad de Hércules, Coahuila a la que es difícil llegar y donde las oportunidades para su gente se han ido extinguiendo poco a poco.
“Tienes que aguantar muchas cosas, dejar a la familia, dejar fiestas y reuniones familiares, no poder asistir a un velorio o poder despedirte de un familiar porque no alcanzas a llegar de lo lejos que estás”, comenta nostálgico, recordando el tiempo en que estuvo lejos.
Pero él tiene esa vocación para enseñar, fue algo que se despertó en él después de conocer a su esposa, quien es maestra también; pero Juan José era mariachi y no había estudiado una carrera profesional, aunque por la cabeza le rondaba esa idea de llegar un día a ser maestro.
De la música mexicana a las aulas
Inició como músico en el año 2004 con el Internacional Mariachi Continental de Carlos Pacheco, su hermano y en esta etapa logró viajar y conocer varios países como Líbano, Argelia, Francia y Siria, donde conoce a su esposa mientras él estaba de gira con el mariachi y ella en un en un festival de danza folclórica con la compañía Nahucalli.
“Mi motivación fue mi esposa porque ella ya era maestra; yo a los 30 años empiezo a estudiar la preparatoria y a los 33 tuve como madrina a mi esposa y a mi hija de 3 añitos. Luego inicié la licenciatura, pero hubo tropiezos en el camino, ya después retomé y bendito Dios terminé”.
“Les digo yo que nunca es tarde para aprender y menos es tarde para enseñar; a los 43 años de edad terminé la licenciatura y de inmediato empezó a hacer interinatos, entré al sistema y ahorita ya después de 2 años me entregaron mi plaza”.
Dejó todo para lograr un sueño
Hércules es una comunidad que se está apagando, que cada vez tiene menos habitantes y por tanto, menor cantidad de alumnos en las aulas; alrededor de 86 son los adolescentes que tomaban clases en la secundaria del pueblo donde él tuvo su primer trabajo. Tiempo atrás esa comunidad escolar tenía un registro estimado de 400 alumnos y disminuyó con el paso del tiempo, porque las familias han emigrado a otros lugares.
Las experiencias para un docente en este tipo de lugares pueden ser desalentadoras, pero a la vez motivadoras; el profesor Pacheco trata de aprender de cada uno de los alumnos, no solo para mejorar su trabajo sino también en lo personal y en su relación con otros estudiantes.
Para llegar a este lugar se requieren alrededor de 7 u 8 horas, es necesario pasar por Francisco I. Madero, tomar la carretera hacia Química del Rey, Esmeralda, llegar a Sierra Mojada para llegar hasta la sierra donde se encuentra un camino de terracería de aproximadamente 100 kilómetros: El acceso es muy difícil y lento, por ello no regresaba a Torreón y durante su estancia rentó una vivienda.
Este lugar tenía sus desventajas, tiempo atrás era una comunidad minera que generaba los recursos suficientes y se hacía cargo de todo; hace varios años la mina se vino abajo y cerró, empiezan a tener dificultades los habitantes y empiezan a salir para vivir en otros lados.
“No hay luz, no hay agua, no hay señal de telefonía, durábamos a veces semana o quizá hasta el mes pasaba sin saber de nadie; en la escuela había unos generadores que le generaba energía para que trabajaran las bombas, sobre todo por los baños y para hacer la limpieza”, dijo.
Pero en ocasiones se veían obligados a suspender clases por la falta de agua y porque era imposible trabajar con todas las dificultades; el profesor Pacheco dejó ese pueblo en diciembre de 2023, en ese tiempo las carencias seguían creciendo. De ahí fue trasladado a una escuela en Ciudad Acuña, de la que también se despidió en estos días.
Nuevos retos le esperan
Ahora Juan José celebrará su Día del Maestro con un cambio de escuela y la oportunidad de un nuevo reto que le espera en Piedras Negras; considera que son oportunidades importantes que la vida y la docencia le dan, no puede esperar aquí en su tierra y quedarse sentado a esperar que el trabajo venga a él.
“No todos pasan por esto, pero sí la mayoría, yo empecé aquí en Torreón, pero eran solo interinatos no era nada seguro; hay gente que dura años con puntos interinatos y sin plaza”, comentó.
En lo personal lo más gratificante para Juan José fue el aprendizaje que ganó de cada uno de sus alumnos y de los buenos compañeros; su mayor decepción es la apatía y la falta de apoyo de los mismos colegas y de compañerismo.
Su principal aportación en las escuelas donde se ha desempeñado, fue promover el compañerismo, trabajar lo mejor posible y aportar sus vivencias y experiencia; apoyó siempre a sus alumnos, les inculcó el aprendizaje a través de la vivencia y del juego, del conocimiento.
Se siente muy satisfecho de su trabajo con los jóvenes en la comunidad de Hércules, tuvo que adaptarse a ellos y todos son diferentes y tienen necesidades distintas; cree que lo importante es estar consciente de ello, del entorno de cada alumno y apoyarlos en la medida de lo posible, incluso volverse mediador hasta en conflictos de familia.
“Muchas veces se vuelve uno como papá de ellos, yo a los jovencitos de secundaria los veo como tal porque tengo una hija que está en secundaria y me pongo a pensar si ella estará pasando lo mismo”.
A pesar de que puedan existir dificultades y que se tengan que hacer sacrificios, para maestros como Juan José la vocación es primero, el servicio, la enseñanza, el aprendizaje y desarrollo de los alumnos siempre será una de sus prioridades; agradece la oportunidad a la vida y a todos los que han confiado en él para cumplir su sueño de convertirse en docente y por ir a esos rincones de la entidad, a poner su granito de arena en la educación de los jóvenes coahuilenses.