A través de los medios de comunicación y las cientos de transmisiones en vivo que se reproducían en redes sociales fue como se enteraron algunos de los padres de familia del Colegio Cervantes acerca de lo ocurrido; una madre de familia comentó que se había regresado a la institución luego de dejar a su hija porque iba a llevarle una libreta que necesitaba.
La calle Juan Pablos estaba repleta de coches estacionados desde la avenida Bravo hasta la Ocampo, padres corrían entre ellos tratando de llegar a la entrada del colegio, “no sabíamos realmente que es lo que había ocurrido”, manifestó una mamá.
La desesperación y la incertidumbre de no saber cómo se encontraban sus hijos era notable, una mujer corrió llorando descontrolada hasta que una persona la detuvo y trató de calmarla diciéndole “todo está bien mamá, los niños están bien”, pero en su cabeza sólo pasaban miles de pensamientos.
Una persona de la tercera edad se enteró de lo ocurrido por las noticias en la televisión, antes de que su hija o el colegio le marcara por teléfono fue a recoger a su nieto, lo manifestó mientras caminaba con el niño de la mano hacia su auto, “yo creí que había sido una bomba”, le dijo el pequeño a su abuela.
Con una bocina y un micrófono, una maestra a la entrada del colegio voceaba el nombre de los alumnos cuando sus padres llegaban por ellos, los niños al salir abrazaban fuertemente a su mamá, papá, abuelos o hermanos.