Lunes 16 de mayo de 2022 a las 9:00 a.m., un estruendo sacudió a la ciudad de Torreón: tres silos con 6.5 toneladas de grano en la Zona Industrial Ferropuertos pertenecientes a la empresa Simón Bolívar colapsaron y sepultaron a tres jornaleros.
Alarma, en la empresa activan el protocolo de Protección Civil de inmediato y se realizan llamadas consecutivas al servicio de emergencias 911 solicitando la presencia inmediata de rescatistas por un accidente sin precedentes en la historia reciente de la ciudad.
Trabajos desesperados por encontrar a los afectados iniciaron tan rápido como fue posible. Con ello se precisó que los implicados eran dos de la empresa Ferrogranos: Alfonso y Alejandro, de 51 y 38 años, así como uno más de Alimentos Balanceados Simón Bolívar, Édgar, de 44.
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Fortuna y esfuerzo, los dos primeros empleados, Alfonso y Alejandro, pudieron ser rescatados con vida rápidamente; fueron trasladados a hospitales para recibir atención médica especializada. Sin embargo, en el lugar la incertidumbre apenas arrancaba, faltaba Édgar.
Complicaciones, el lugar en el que Édgar quedó sepultado era impreciso. Además, el reporte de Protección Civil detalló que dos silos más estaban comprometidos, había estructuras de aluminio gigantes entrecruzadas y miles de millones de granos esparcidos en el terreno, en algunos puntos generando pequeñas montañas.
Suspensión, avanzar era imposible sin antes analizar con detalle los riesgos en el lugar, la mejor opción para los brigadistas fue armar un plan que no los pusiera en peligro; no obstante, el tiempo se esfumaba y con él, la esperanza de encontrar a Édgar con vida.
Decisión, hallar a Édgar sería imposible sin grúas y herramientas de oxicorte por lo que los esfuerzos tendrían que retirarse, sobre todo porque binomios caninos de la Policía de Torreón detectaron con su olfato que el lugar en el que estaba el amoroso padre de familia era inaccesible.
Yolanda, esposa de Édgar; Rosa María, la mamá de Édgar; Don Javier, padre de Édgar, y sus hijos de 24 y 16 años, así como otros familiares presentes en la escena lo contemplaron todo, en tanto su impotencia crecía a ritmos acelerados por tener a su ser amado devuelta.
Así se esfumó el 16 de mayo, con los ojos centrados en una tragedia que apenas iniciaba al sur de Torreón y que aún tenía casi dos días más de incertidumbre por vivir con un palpable sufrimiento in situ.
NUEVO DÍA, NUEVA ESPERANZA
Amaneció, habían pasado 24 horas del colapso de los silos en la empresa Alimentos Balanceados Simón Bolívar, la familia de Édgar no tenía ninguna novedad, pero eso sí, la esperanza de que su hijo pudiera ser rescatado con vida.
Transcurrieron las horas, la Guardia Nacional hizo acto de presencia y Yolanda clamó por su ayuda, lo que le valió el acceso a estas autoridades al lugar de los hechos, al mismo tiempo que se pedía la presencia del Ejército Mexicano y la activación del Plan DN-III-E, con el cual los elementos de la SEDENA pueden realizar labores de auxilio en cualquier lugar de desastre.
Lo anterior no ocurrió tal cual, pero agentes del 33 Batallón de Infantería sí hicieron acto de presencia, todo con el fin de coadyuvar en una zona en la que el riesgo de explosión o flamazo era latente, pues como refiere Isaí Galván, coordinador de Topos Aztecas en las regiones Centro, Sureste y Laguna de Coahuila, “todo material es flamable”.
Esperanza, un silbido escuchó la familia de Édgar producto de la tensión, notificaron a las autoridades, pero les hicieron caso omiso y ello los motivó a brincar las bardas de la empresa y con sus manos, palas y tinas empezaron a retirar el grano intentando encontrar a su ser querido.
En redes sociales, mensajes falsos sobre un “visto bueno” para que entraran a la empresa todos los ciudadanos que así quisieran para apoyar en las labores de rescate se viralizó y llevó al lugar a una cantidad indeterminada de laguneros que fueron impedidos a acceder por motivos de seguridad.
Lentos pero seguros, así fueron catalogados los trabajos de rescate de Édgar, esto mientras la esperanza se diluía, pero no moría para dar con el hombre de 44 años, quien cada vez recibía apoyo de más y más autoridades y brigadistas.
EL HALLAZGO DE ÉDGAR
Otro día más se fue, pero el miércoles 18 de mayo inició con nuevos bríos pues la noticia de primera hora era que “Topos Azteca”, reconocidos por sus labores de rescate, habían entrado a la localización de Édgar.
No solo eso, el plan establecía que ese día tenía que ser el definitivo, en el que se rescataría a Édgar. Así lo dio a conocer Isaí Galván, el coordinador de los Topos Aztecas, y no solo eso, Don Javier confiaba: “espero en Dios que salga hoy mismo”.
Esperanza, al mediodía los esfuerzos de los brigadistas y los operadores de las grúas permitieron dar con el montacargas que maniobraba Édgar al momento del colapso de los silos; sin embargo, no estaba ahí. A pesar de ello, había certeza de que estaban muy cerca.
Más esfuerzos, las grúas trabajaron sin parar retirando las entrecruzadas láminas y ello permitió el acceso de rescatistas a zonas a donde no era posible, cada vez a una zona más recóndita hasta que finalmente dieron las 7:30 p.m. y se dio con el paradero de Édgar.
Las labores terminaron, pero los lamentos apenas iniciaban. Édgar fue encontrado, pero muerto. Toneladas de grano le cayeron encima y su cuerpo no lo pudo resistir. Su familia fue notificada y enseguida llegó una camioneta de Funeraria González. En esa, el cuerpo fue trasladado a las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo).
Los llantos arrancaron, la familia dejó a las afueras de Alimentos Balanceados Simón Bolívar un grito de tristeza, pero también exigiendo justicia, esto en tanto los trabajos de rescate finalizaban, pero los de la Fiscalía General del Estado de Coahuila apenas comenzaban para determinar las causas del colapso de los silos en Torreón, dando pie a otro capítulo más.