Torreón, Coahuila.- Las jornadas laborales no están hechas para que los padres cumplan con sus obligaciones y responsabilidades, pues cada vez se exige que estén más tiempo en oficinas, así lo sostiene Rosa Elena Meza Jaramillo, psicoterapeuta individual, familiar y de pareja, argumentando que actualmente el mundo está tan inmerso en la economía que los padres se preocupan más por producir dinero para darles una buena calidad de vida a los hijos y se olvida un poco de la parte de cuidarlos y criarlos.
Al no estar tanto tiempo con sus hijos los padres comienzan a sentir culpabilidad y a llenarlos de cosas, comprarles un celular con acceso a internet, el videojuego de moda, el juguete más caro o muchas coas al mismo tiempo, cuando en realidad lo que los niños necesitan es que les dediquen un momento de atención, manifestó Meza Jaramillo.
Dicha situación provoca que los niños se vuelvan totalmente intolerantes e impacientes, ya que siempre todas sus necesidades fueron satisfechas al instante, la psicoterapeuta señaló que esto también repercute en un salón de clases, cuando no lo dejan hacer alguna cosa o tiene que esperar, el pequeño avienta el pupitre porque no sabe cómo dirigirse.
Explicó que si llegas a las siete de la tarde a tu casa, sólo te da tiempo de llegar, revisar su tarea, darle de cenar y mandarlo a dormir; no hay tiempo de jugar con los hijos, saber que hicieron, cómo les fue en el día o enterarse de qué es lo que están pensando.
Las acciones principales que deber realizar los papás es eficientar tiempos, si se tienen dos horas de comida, es el tiempo perfecto para, mientras están comiendo, platicar con los hijos sobre el mundo en el que están inmersos, lo que les gusta, lo que ven, cómo les va en su escuela, para conocer sus intereses y su estilo de pensamiento.
Respecto a los signos de alerta, Rosa Elena establece que si se habla de un niño entre el primer año de vida y los 10 años, que no juega, no sale al parque, no plática, no tiene amigos, no se ríe o se la pasa encerrado en su cuarto, es un signo de alerta, pues un pequeño de esa edad debe ser inquieto, sonriente y juguetón.
Un niño de ocho, 10 o 12 años que se la pasa con su celular o jugando videojuego es una señal de alerta, pues es un chico a esa edad debe tener formas de convivir distintas, salir a jugar al aire libre y tener amigos.
Recalcó que un chico en la escuela puede ser muy destacado o con bajas calificaciones y eso no es necesariamente un signo de alerta, sino más bien lo que sucede alrededor de sus relaciones al interior, por ejemplo, que un niño con excelentes notas no tenga amigos es una señal de focos rojos, mientras que un chico con malas calificaciones que es más sociable con signos de que es más saludable, o que tal vez no tiene buenos hábitos de estudio pero todo lo demás funciona muy bien.
De manera que es importante tener más cercanía con sus hijos, pasar más tiempo con ellos, tratar de investigar qué sienten y lo que están pasando, Meza Jaramillo indicó que los adultos muchas veces no saben cómo expresar las emociones, entonces es complicado enseñarles a los niños cómo hacerlo y poder identificar cómo se sienten, en concreto, les preguntan ‘¿Cómo te fue en la escuela? O ¿Cómo estás?’, y ellos sólo contestan ‘Bien’, pero falta hacerles preguntas más concretas y específicas, ¿Cómo te sientes? O ¿Cómo te fue en clase de matemáticas?.
Recomendó a los padres de familia que si se notan al niño triste, es importante preguntarle qué siente, cómo lo siente, y qué se puede hacer para que ya no se sienta así, esto para que sepan poner en palabras como se llama lo que sienten, “a veces los pequeños no saben que están tristes y creen que están enojados”, manifestó Elena Meza Jaramillo.
Al mismo tiempo expuso que los papás son el sostén emocional de los niños, por lo tanto son quienes deben estar al pendiente de sus hijos y enseñarles cómo manejarlas, sin embargo, si los papás creen que no son capaces ni siquiera de manejar su propia frustración o enojo, son los primeros que requieren acudir a terapia para que puedan entenderse a sí mismos y al mismo tiempo ayudar a sus hijos.
En definitiva, manifestó Meza Jaramillo que en sus 10 años de experiencia, actualmente los papás se preocupan más por saber que les está pasando a sus hijos, acuden a sesiones de asesoría para saber cómo manejar algunos tipos de conflictos o situaciones con los niños, por ejemplo, los divorcios, padres separados o la muerte de algún familiar.