Torreón, Coahuila. - “¿Por qué no hacemos algo para niños con discapacidad que no tienen dinero para pagar un curso de verano?”. El profesor Luis Alberto Vázquez aún recuerda cuando su hija Claudia le planteó la pregunta durante la cena de navidad. “Nos vibró la cabeza y dijimos, ¡vamos a hacerlo!”.
Así es como nació la idea de crear SuperCompuCampo, un curso de verano sin costo alguno para niñas y niños con discapacidad que se realizaría en las instalaciones del Tecnológico de Monterrey campus Laguna.
Durante 25 años varias generaciones de estudiantes se han encargado de reunir recursos, convocar a asociaciones civiles y divertir a miles de infantes laguneros durante dos semanas del verano y una posada en diciembre.
La historia del ahora grupo estudiantil ha tocado a miles de jóvenes que han realizado sus estudios profesionales en el Tec y a cientos de familias laguneras que han participado en esta inclusiva fiesta.
COMPUCAMPO
En 1995 nació la primera edición de “CompuCampo”, un curso de verano en el que se daban clases deportivas, artísticas y de computación a niñas y niños laguneros.
El entonces director de Asuntos Estudiantiles (DAE), Luis Alberto Vázquez; recuerda que el proyecto se derivó para aprovechar las instalaciones deportivas y culturales del campus.
“Estaba la alberca, el auditorio, todas las canchas, entonces se nos ocurrió crear el CompuCampo. Empezaba a las 8:30 de la mañana y terminaba a las 5 de la tarde. Todo esto tenía un costo considerable, pero eso nos dejaba utilidades que se enfocaban al equipo de futbol americano”, recordó.
Y es que, en ese entonces, el equipo de futbol americano participaba en Liga Mayor, junto a los 10 más grandes del país.
“Los mismos jugadores de americano colaboraban con nosotros de manera directa. Llegamos a tener 480 niñas y niños en el curso”, detalló.
Los instructores, eran alumnos que formaban parte de los equipos representativos de alguna disciplina cultural o deportiva y que contaban con alguna beca. El modelo de negocio permitía que se les pagara por su trabajo.
“Cada 10 niños teníamos un guía, les pagábamos y muchos con eso se ayudaban para pagar sus inscripciones a la universidad”, explicó.
“CompuCampo” duró poco menos de 10 años, pero al año de la realización de su primera edición, se decidió elevar su nombre a “SuperCompuCampo” y realizar así un curso adicional que pudiera atender a menores con discapacidad.