Torreón Coahuila.- El tiroteo registrado en el Colegio Cervantes es una muestra de las deficiencias del sistema, en el cual también “fallamos todos”, expresó Roberto López Franco, catedrático de tiempo completo de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC).
Fueron varios factores los que influyeron, explicó, como la edad del alumno responsable de 11 años, pues se encontraba en una etapa de pre-adolescencia y en la pubertad, desde los puntos de vista psicológico y biológico, respectivamente.
“En donde un niño se enfrenta a cambios fuertes de conducta y de comportamiento debido a que el cerebro recibe todo el impacto de las hormonas, que están actuando para generar que un joven próximamente se convierta en adulto”.
Es importante destacar esta fase del desarrollo, sostuvo, ya que las estructuras mentales son variantes y cambiables, y abunda la curiosidad cognitiva combinada con emociones inestables que generan desequilibrios.
“Y se pasa del afecto al coraje, del coraje a la desesperación y de la desesperación al enojo”.
El caso, en donde el menor mató a una maestra, hirió a seis personas más y luego se quitó la vida, debe analizarse desde el ámbito particular, en su persona, y las variables externas que provocaron la tragedia.
“La familia a la que pertenecía en donde no había controles determina mucho su perfil psicológico, el colegio en donde estudiaba donde habría que revisar los canales de cuidado y de medicación, y también hay que revisar el acceso a la información que tenía el niño”.
Lo cierto, insistió, es que “fallamos todos”, las autoridades en materia de prevención, los padres de familia por la falta de calidad y tiempo en las convivencias con los hijos y las escuelas en los protocolos.
Ante la situación, López Franco llamó a crear un equipo multidisciplinario para atender a los afectados y evitar nuevas tragedias.