Jesús Enríquez Acosta, sociólogo por la Universidad de Sonora, dijo que ese tipo de sectores habitacionales surgen debido a una legislación débil, así como también generan una gran segregación social.
En su visita a Torreón, donde impartió la conferencia “Islas de Seguridad y distinción. Las urbanizaciones cerradas en la frontera noreste”, invitado por el IMPLAN; el académico abordó los casos de Tijuana, Nogales y Ciudad Juárez, resaltando que existe un crecimiento abrumador de ese fenómeno en las ciudades de todo el país.
En la conferencia abordó el cómo este tema de los fraccionamientos cerrados, de cómo en las ciudades fronterizas aquejadas de violencias de todo tipo, carencias económicas y sociales, explosivo crecimiento poblacional, caótico desarrollo humano, prospera hoy en día un nuevo modelo de urbanización que se caracteriza por segregar la ciudad y sus habitantes.
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“Los fraccionamientos cerrados han venido expandiéndose sobre la superficie de las ciudades fronterizas como islas de seguridad controladas dentro del mar receloso de la ciudad. Las imágenes vendidas por las desarrolladoras inmobiliarias se conforman de paisajes de felicidad, el gancho estriba en convertir la necesidad de vivienda en necesidad de distinguirse de los demás y pretender seguridad”, señaló.
Aunque el académico abordó los casos de Tijuana, Nogales y Ciudad Juárez, resaltó que existe un crecimiento abrumador de ese fenómeno en las ciudades de todo el país.
Como ventaja, reconoció que se trata de espacios con imagen urbana muy diferente que el resto de la ciudad y mejor infraestructura, pero entre las desventajas citó que resultan igual de inseguros que el resto de la ciudad, incluso, dado su esplendor, despiertan “la codicia”, de modo que también padecen robos.
Finalmente, recalcó el hecho de que a treinta años de masificarse la oferta inmobiliaria cerrada, se observan algunas consecuencias negativas para las ciudades, como lo es la restricción de los usos mixtos de suelo, desmereció la accesibilidad urbana, favorece el aislamiento, expropió el escaso espacio público, estableció barreras que incrementan la incomunicación urbana, y define las barreras físicas de la seguridad en elementos primordiales para la exclusividad social.
“Es pensar que solamente en estos espacios encontramos la ciudad ideal; son lugares a modo de grupos sociales de mayor privilegio. ¿Y lo demás dónde queda? En los fraccionamientos de interés social descuidados”, concluyó.