Torreón, Coahuila.- Juan Edmundo Peña, con 27 años de servicio en Correos de México, celebra este 12 de noviembre con mucho orgullo el Día del Cartero, un oficio que le heredó su señor padre y que ha sabido desempeñarlo con el mejor de los ánimos, tratando de dar siempre la mejor cara a toda esa gente a la que lleva su correspondencia.
En México, cada 12 de noviembre a partir del año 1931 se celebra el Día del Cartero, gracias a la hazaña que realizó un trabajador postal, acto que fue premiado con la conmemoración oficial del día, en honor a los empleados del Servicio Postal.
Según cuenta la historia, en tiempos de la Revolución, un tren cargado con 50 millones en oro y correspondencia militar, tuvo un accidente aparatoso, el cual cobró la vida de muchas personas. El cartero, en un acto de valentía y honestidad, recuperó todo el oro y los paquetes postales posibles, para trasladarlo hasta su destino.
En esta importante fecha, Juan Edmundo Peña, cartero lagunero desde 1994, compartió parte de su historia como cartero: “Son 27 años de servicio y seguimos cumpliendo con nuestro deber, traemos ‘sangre postal’ y tratamos de servir a la gente lo mejor que se pueda”.
“Mundo” comentó que aunque los tiempos han cambiado, para un cartero el trabajo continúa: “El tipo de correspondencia ha cambiado, antes el 95% eran cartas de persona a persona, hoy no, hoy la gran mayoría es propaganda comercial, estados de cuenta, recibos de algún servicio, las cartitas personales ya son muy pocas”. Como un tema chusco, “Mundo” comentó que nunca olvidará la infinidad de veces que fue perseguido y atacado por los perros: “Tengo varias anécdotas con los perros, porque nunca se han querido acoplar al ruido característico de los carteros, me han correteado infinidad de veces, hasta mordidas me han tocado, son 27 años de trabajo, imagínate las veces que me he topado con perros y lógicamente me he llevado algunas mordidas, son ‘gajes del oficio’”.
Anteriormente, destacó que a través de una carta se podían mandar muchas cosas, desde actas de nacimiento, certificados, hasta herencias, así como fotografías para que la persona conociera al nieto, a la nuera, al yerno, “a uno como cartero le tocaba ver que abrieran inmediatamente la carta y al ver la foto saltaban de emoción, eran situaciones muy bonitas que veíamos a través de la correspondencia”.
Después de casi tres décadas de labor “seguimos al pie del cañón, a través de tanta dificultad por esta pandemia que se nos ha presentado, seguimos laborando día a día, arriesgándonos como todo, llueva, truene o relampaguee, la correspondencia tiene que llegar, gracias a Dios aquí estamos echándole ganas”.