Torreón, Coahuila. – Con un poco más de trece años de haberse incorporado al Heroico Cuerpo de Bomberos, donde estuvo su padre, Juan Galván sabe que ser bombero lo trae en sus venas como suele suceder con muchos de sus compañeros que hoy en día arriesgan la vida cada vez que suena la alarma y tienen que acudir a una emergencia. Es ahí donde pronto el miedo se convierte en otro de los rivales a vencer, pues sabe que de nueva cuenta se enfrentarán al fuego, su peor enemigo.
Hoy en día el cuerpo de Bomberos de Torreón, con más de cien elementos a disposición y el equipo necesario, hacen frente a todo tipo de siniestros desde una fuga de gas, derrumbes, accidentes automovilísticos, inundaciones y quema de basura, hasta un incendio de magnitudes importantes; a todo ello habrá que hacerle frente.
Los Bomberos también atienden situaciones extraordinarias que tienen que ver con animales atrapados en árboles o palmeras o algunas estufas fuera de control. Con 24 horas de trabajo continuo por las mismas de descanso, están obligado a capacitarse diariamente, pues de no ser así, estarían expuestos siempre a sufrir un accidente de fatales consecuencias.
“Una de las partes más importantes además de la capacitación y adiestramiento que se recibe, es el uniforme, el cual al sonar la chicharra debe estar listo, no debe faltar nada, desde el casco, su monja, pantalón, botas, chaquetón fabricado con materiales antiincendios y los guantes”, explicó.
“Sabemos a lo que venimos, sabemos a lo que nos vamos a enfrentar en el día a día, trabajamos 24 horas seguidas, que se inicia a las 8 de la mañana, debiendo checar su herramienta, su parque vehicular y su uniforme, no hay tiempo para más, pues tenemos una emergencia que atender”, destacó.
“Nos tenemos que colocar el uniforme en menos de dos minutos y salir a las unidades que nos asignen, sea la máquina de atención rápida, las apagafuegos o las cisternas, no debemos perder tiempo, pues un minuto puede salvar la vida de una persona, eso lo tenemos muy claro”, advirtió Juan Galván.
Los bomberos viven escenarios muy dramáticos y tristes a la vez, les toca sacar gente prensada en un vehículo o atrapada en un incendio, rescatar ahogados y en ocasiones trepar a lugares muy complicados en los cerros en auxilio de gentes accidentadas.
“No todos los días pasa lo mismo, en ocasiones no suena la alarma en horas y eso lo aprovechamos para estudiar, adiestrarnos o preparar los equipos, aquí ya no hay mucho tiempo para descansar”, advierte Juan Galván.
Hoy en día perciben entre 9 a 10 mil pesos mensuales, poco, si se compara el nivel de riesgo que tienen, con otros salarios de burócratas que están detrás de un escritorio, la lucha ha logrado estén mejor, pero aún les falta.
Juan Galván reconoce que en ocasiones si tienen miedo, cuando ven como las llamas de incendio avanzan sin control, poniendo en riesgo la vida de todos, pero esa es la lucha, y siempre hay que pensar en vencerle.