Torreón, Coahuila. – A lo largo de sus 113 años de existencia, la ciudad de Torreón cuenta con una amplia variedad de historias increíbles. Tal es el caso de la “La leyenda de la Cubana”, una de las más populares en la región que narra la vida de una mujer que laboraba en un burdel del mercado Alianza ubicado en el centro de la región.
Todo comenzó en 1906, cuando el país atravesaba por una horrible epidemia de viruela negra que, a su vez, estaba acabando con la vida de muchos torreonenses incluida “La Cubana”, quien contrajo esta enfermedad causando que sus compañeras de trabajo y clientes que solicitaban sus servicios se alejaran de ella por miedo a contagiarse.
Por lo anterior, la madrota del decidió enterrar viva a “La Cubana” en el panteón Municipal de Torreón, puesto que le estaba haciendo perder muchos clientes y dinero en el negocio. Y aunque fue un acto frío e inhumano, era una práctica común en esa época debido a la difícil situación que atravesaban por el virus.
Sin embargo, para llevar a cabo el entierro la madrota contrató a unos hombres, mismos que encerraron a la joven en el ataúd y la aventaron en un pozo. Por lo que desde ese entonces, luego de haber sufrido una muerte violenta, la leyenda cuenta que “La Cubana” no ha podido descansar en paz ya que su alma sigue en pena por las calles del centro de la ciudad.
Incluso, un taxista transitaba por las calles del centro de Torreón durante la madrugada contó que una mujer de vestido negro largo y con un velo que le tapaba la cara le hizo la parada:
- Buenas noches señorita, ¿A dónde la llevo?
-Al panteón municipal I por favor. (En voz baja, casi en un susurro)
- Muy bien señorita, ya la llevo.
Al llegar al panteón la mujer se giró hacía él y por segunda ocasión le dirigió la palabra.
-¿Cuánto le debo?
-Señorita, ¿Cómo la voy a dejar aquí? Es muy tarde, si quiere la espero. Este lugar está muy solo, no importa lo que tarde.
Nuevamente en voz baja y sombría dijo
- No me espere…aquí vivo… desde hace tiempo ¿Qué acaso… no me conoce?
El taxista sintió que un escalofrío recorrió todo su cuerpo impidiéndole dar respuesta a la aparición que estaba frente a él. Lentamente la dama se descubrió el rostro, entonces pudo ver tras los orificios carcomidos de la viruela negra, a la Cubana.