La peluquería es su vida y si tuviera que dejar su oficio, su vida terminaría por la tristeza; es para él como una terapia para el corazón, el cuerpo y el alma. Para don Jesús su tocador e instrumentos de trabajo son sagrados, como un altar con lo más preciado y sin duda la peluquería, su gran pasión
Desde hace alrededor de 62 años se dedica a cortar el cabello. Trabajó en varias peluquerías del centro y después se fue a trabajar al Mercado Alianza, donde comenzó también a transmitir sus conocimientos a otros jóvenes.
Hoy, a sus 80 años de edad, pide ayuda de los laguneros para que les sigan brindando la oportunidad de trabajar, que acudan a hacerse un corte y le permitan con esto seguir siendo productivo y sobrevivir cada día. Ya son muy pocos clientes los que tiene y no pide que le regalen nada, sino que lo dejen seguir siendo útil porque todavía tiene energía y entusiasmo para sacar lo mejor de sí a través de las tijeras y la máquina.
“Y del corte de pelo que me pidan, de todo, modernos y se los garantizo; que si la uno, la media de honguito, flat top, todo lo sé hacer. Nomás eso sí del Peso Pluma, ni regalado, eso si no lo haría, ahora ya cualquiera se dice estilista y salen todos trasquilados”, dijo.
Amplia experiencia en el mundo de la peluquería
Jesús desde muy joven aprendió este oficio; desde los 7 años trabajaba como bolero y aproximadamente a los 14 comenzó a ayudar en la peluquería López de la calle Valdés Carrillo en el Centro de Torreón. “Era chícharo, o sea los que limpiar los espejos, sacudir el cabello de todos lados y de la ropa a los clientes; pero ahí aprendí a cortar el pelo y, además, también les boleaba”.
A los 18 años ya comenzó a trabajar en peluquerías; varias de antaño lo tuvieron en sus filas como la de Mariano Mena, a un costado del Edificio Monterrey, peluquería Carlos por la antigua Presidencia Municipal, en la peluquería Ponce y después puso su negocio propio.
“En toda profesión hay personas buenas y otras que no, pero a mí me gusta lo que hago y yo le pido al de arriba que me permita seguir realizando mi trabajo porque todavía puedo”.
Ahora realiza estas actividades en su vivienda, en el número 1612 de la calle de los Abarrotes en la colonia Villas la Merced de Torreón; ahí pasa los días esperando que alguien del vecindario o que lo haya visto en redes sociales, lo visite y le pida un buen corte, como los que él sabe hacer.
Un accidente limitó sus posibilidades
Ya no puede salir y necesita sentirse útil, hace más de un año todavía salía a trabajar a la Alianza, sin embargo, tras un accidente al caer de un camión, tuvo complicaciones con la cadera; porta una prótesis y es para él muy difícil moverse, sobre todo subirse a un autobús nuevamente y además el dolor y las molestias cada vez se agudizan más.
Y hace unas semanas también tuvo una caída al salir de su casa a la tienda, se lastimó una mano y comienza con algunas dificultades, pero asegura que ni esto será impedimento para que siga desempeñando el oficio de la peluquería
“Gracias a Dios que aún tengo mi vista buena, mis oídos, mi voz y lo más importante, mis manos todavía me responden muy bien; gracias a Dios que me ha dado esa fuerza y aún trabajo”.
Su esposa murió hace unos años atropellada por un autobús y se mudó del centro a Villas la Merced a la casa de su hermano que fue quien lo apoyó para que no se quedara solo.
Dejar de trabajar no es opción para Jesús de la Rosa, a pesar de su edad y de las dificultades; piensa cortar cabello hasta que ya no pueda hacerlo. “Yo digo que, si sigo así sin trabajo, me muero; estar acostado o no hacer nada creo que lo acaba a uno más rápido y yo quiero seguir siendo útil hasta el final de mi vida”.