/ miércoles 20 de septiembre de 2017

La réplica que llegó 32 años después, un terremoto de millones de voces

Horas antes se había realizado el macrosimulacro para conmerar aquél sismo de 1985, el cual cambió el rumbo de miles

Incredulidad -¿Otro temblor de tierra en 19 de septiembre? Angustia. Desesperación. Urgencia. “¡Dime cómo estás!” Impotencia: “Es que no funcionan los celulares. Tampoco los teléfonos fijos”. Serenidad, seriedad: “Tiembla. Salgan de aquí en orden. No se precipiten. Conserven la calma. Salgan”. Se escuchó en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Se vaciaba el salón de plenos de San Lázaro. Unos segundos antes luz azulada bañaba buena parte de las curules a esa hora vacías. Se podían distinguir pancartas -cartulinas con letras negras- adosadas a la tribuna.

Discutían los legisladores; luces y sombras de la Política de Desarrollo Social del régimen del presidente Enrique Peña Nieto. Y los responsables del programa “Desde el Congreso” grababan su emisión semanal y la ambientaban -¡justamente!- en el pleno de la sesión ordinaria de la LXIII Legislatura. Era la una de la tarde. Héctor Cervera -avezado director- cumplía las instrucciones de Oscar Argüelles, responsable de la Dirección de Comunicación Social de la Cámara de Diputados, y quien revisaba panes con Rafael Márquez, Juan Valtierra.

“Usemos la atmósfera de la sesión. Grabemos en la tribuna de prensa. Tú -instruyó Cervera al reportero ReyesRazo- de espalda al pleno. Eso es. Así. Y Gabriel Fernández y Antonio, y Jimena -joven egresada de la escuela de periodismo Carlos Septién García- y el camarógrafo Aaron -muy leído él- cumplían el papel previa, largamente asignado. ·Conteo...Cinco...Cuatro...

Una fina, dedicada  y delicada joven se aproximó. Regalaba fresca sonrisa:

“Fíjese que..

De pronto el suelo se ablandó; se aflojó. Y la pisada perdió vigor y apoyo. “Está temblando. Venga. Avance. Vámonos”, dijo.

Ya invadía el pánico el Palacio Legislativo de San Lázaro. Camarógrafos y reporteros abandonaban el llamado “Corral de la Ignominia”.

A las 13:15 casi se podía palpar el sentimiento de: “¡Sálvese quien pueda!”.

MILES SE TANBALEABAN SIN HOMENAJEAR A BACO

La puerta que da acceso a la Tribuna de Prensa es -en rigor- muy estrecha. Desemboca en el escritorio que ocupa la reporteraza de Teve Azteca, Maxi Pelaéz.  Desesperaba por falta de una buena línea para transmitir a sus servicios de noticias. Mujer de temple. Obligó a recordar la tarde-noche del 20 de Septiembre de 1985. Tembló. Y el remeezón llegó al tercer piso de Reforma 18. A la redacción del periódico Excélsior. En su despacho Regino Díaz Redondo fue presa del miedo. “Sentí ganas de echarme de cabeza al Paseo del a Reforma”, contó. No lo hizo. Prefirió salir en volandas del venerable edificio.

Son miles los que dan vida al Palacio Legislativo de San Lázaro. Don Pedro Ramírez Vázquez se encargó de proyectar y construir la obra que en su tiempo -el del presidente José López Portillo- fue tenida por “faraónica”. Construcción de acento netamente mexicano. Ramírez Vázquez supo equilibrar épocas. Grecas. Celosías.  Piedras antiguas.

Ayer en San Lázaro toda ruta se antojaba eterna,interminable. Infinita.

 La masa humana avanza compacta. Son las 13:16. Responsables de Protección Civil -walkie-talkie en mano- instan, animan:

“Hacia el fondo...Hacia el estacionamiento...Hacia el jardín...Hacia...” Que se alejen los cientos, los miles que desesperan en pos de una línea telefónica que les permita saber qué, cómo, donde, porqué, están los suyos ahí.

La gente choca y no se fija.  Digita las teclas del celular. Casi todos dejaron bolsos y pertenencias en oficinas y asientos. La única preocupación es saber cómo están los parientes. Y nada.

El temblor sacudió  ayer a la ciudadanía entera. Todos se echaron a la calle.

Incredulidad -¿Otro temblor de tierra en 19 de septiembre? Angustia. Desesperación. Urgencia. “¡Dime cómo estás!” Impotencia: “Es que no funcionan los celulares. Tampoco los teléfonos fijos”. Serenidad, seriedad: “Tiembla. Salgan de aquí en orden. No se precipiten. Conserven la calma. Salgan”. Se escuchó en el Palacio Legislativo de San Lázaro. Se vaciaba el salón de plenos de San Lázaro. Unos segundos antes luz azulada bañaba buena parte de las curules a esa hora vacías. Se podían distinguir pancartas -cartulinas con letras negras- adosadas a la tribuna.

Discutían los legisladores; luces y sombras de la Política de Desarrollo Social del régimen del presidente Enrique Peña Nieto. Y los responsables del programa “Desde el Congreso” grababan su emisión semanal y la ambientaban -¡justamente!- en el pleno de la sesión ordinaria de la LXIII Legislatura. Era la una de la tarde. Héctor Cervera -avezado director- cumplía las instrucciones de Oscar Argüelles, responsable de la Dirección de Comunicación Social de la Cámara de Diputados, y quien revisaba panes con Rafael Márquez, Juan Valtierra.

“Usemos la atmósfera de la sesión. Grabemos en la tribuna de prensa. Tú -instruyó Cervera al reportero ReyesRazo- de espalda al pleno. Eso es. Así. Y Gabriel Fernández y Antonio, y Jimena -joven egresada de la escuela de periodismo Carlos Septién García- y el camarógrafo Aaron -muy leído él- cumplían el papel previa, largamente asignado. ·Conteo...Cinco...Cuatro...

Una fina, dedicada  y delicada joven se aproximó. Regalaba fresca sonrisa:

“Fíjese que..

De pronto el suelo se ablandó; se aflojó. Y la pisada perdió vigor y apoyo. “Está temblando. Venga. Avance. Vámonos”, dijo.

Ya invadía el pánico el Palacio Legislativo de San Lázaro. Camarógrafos y reporteros abandonaban el llamado “Corral de la Ignominia”.

A las 13:15 casi se podía palpar el sentimiento de: “¡Sálvese quien pueda!”.

MILES SE TANBALEABAN SIN HOMENAJEAR A BACO

La puerta que da acceso a la Tribuna de Prensa es -en rigor- muy estrecha. Desemboca en el escritorio que ocupa la reporteraza de Teve Azteca, Maxi Pelaéz.  Desesperaba por falta de una buena línea para transmitir a sus servicios de noticias. Mujer de temple. Obligó a recordar la tarde-noche del 20 de Septiembre de 1985. Tembló. Y el remeezón llegó al tercer piso de Reforma 18. A la redacción del periódico Excélsior. En su despacho Regino Díaz Redondo fue presa del miedo. “Sentí ganas de echarme de cabeza al Paseo del a Reforma”, contó. No lo hizo. Prefirió salir en volandas del venerable edificio.

Son miles los que dan vida al Palacio Legislativo de San Lázaro. Don Pedro Ramírez Vázquez se encargó de proyectar y construir la obra que en su tiempo -el del presidente José López Portillo- fue tenida por “faraónica”. Construcción de acento netamente mexicano. Ramírez Vázquez supo equilibrar épocas. Grecas. Celosías.  Piedras antiguas.

Ayer en San Lázaro toda ruta se antojaba eterna,interminable. Infinita.

 La masa humana avanza compacta. Son las 13:16. Responsables de Protección Civil -walkie-talkie en mano- instan, animan:

“Hacia el fondo...Hacia el estacionamiento...Hacia el jardín...Hacia...” Que se alejen los cientos, los miles que desesperan en pos de una línea telefónica que les permita saber qué, cómo, donde, porqué, están los suyos ahí.

La gente choca y no se fija.  Digita las teclas del celular. Casi todos dejaron bolsos y pertenencias en oficinas y asientos. La única preocupación es saber cómo están los parientes. Y nada.

El temblor sacudió  ayer a la ciudadanía entera. Todos se echaron a la calle.

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