Niko, el cubano que formó a El Mayo Zambada y su imperio

Por casi cinco décadas, Ismael Zambada logró consolidar una organización cuya fortaleza fue el bajo perfil y las lecciones aprendidas de su cuñado

El Sol de Sinaloa

  · lunes 29 de julio de 2024

El Mayo Zambada fue arrestado por autoridades estadounidenses en el Paso Texas, el pasado 25 de julio / Foto: Cuartoscuro.com

CULIACÁN. La historia de El Mayo en el mundo del crimen organizado comenzó en el año 1977 al lado de su cuñado, Antonio Cruz Vázquez, alias Niko, un cubano que se hizo pasar por puertorriqueño para encubrir sus diferentes máscaras de traficante de opio y mariguana de la época, como lo cuenta el periodista Frederick Venables en un perfil sobre el verdadero padrino de Ismael Zambada García.

Aquella historia del fugitivo más veterano que inició hace casi medio siglo, cuando tenía 29 años, concluyó el pasado jueves 25 de julio en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Doña Ana, en Santa Teresa, Nuevo México, muy cerca de El Paso, Texas. Con 76 años de edad, con serios problemas de salud, El Mayo Zambada lucía un rostro demacrado, pelo ralo, vestido con una polo azul.

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Atrapado mediante un engaño montado por el FBI y sus informantes, junto con Joaquín Guzmán López, hijo de El Chapo Guzmán, la leyenda de Zambada García pudiera tener continuidad en la figura de su hijo, Ismael Zambada Sicarios, El Mayito Flaco, quien se convirtió en su mano derecha en los últimos años.

El inicio

Zambada García nació en el medio rural del sur de Culiacán, se crió en la ranchería de El Álamo, un pueblo de la sindicatura de El Salado. Fue el mayor de los varones. Su padre fue identificado como Pedro Zambada, quien fue pionero en la siembra de marihuana en esa región que comunica con la sierra de Cosalá.

Pero fue hasta que su hermana mayor, Modesta Zambada, se casó con Antonio Cruz Velázquez, Niko, que su vida dio un giro, ya que este personaje que se dedicaba al trasiego de goma de opio desde Sinaloa a la frontera, fue el maestro de El Mayo en el negocio criminal.

De acuerdo con Venables, Niko era de origen cubano, pero en algún momento en la década de los 60, consiguió papeles de Puerto Rico, ya que así lo requería su vida criminal. Se le atribuye haber sido parte de la Policía Nacional de la Cuba de Batista, pero tras el triunfo de la Revolución se marchó a Estados Unidos.

Foto: Cuartoscuro.com


Hay registros de que lo detuvieron tres veces en Estados Unidos. La primera, cuando recién exiliado de Cuba trasladó un vehículo robado a México en la década de los 60. La segunda en el año 1970, cuando fue capturado en Alamogordo, Nuevo México, por posesión de 596 libras de marihuana. Le dieron cinco años de prisión, pero salió en tres, para luego cruzar la frontera e instalarse en Sinaloa.

Fue en Culiacán donde Niko conoció a Modesta Zambada García, quien trabajaba limpiando casas en la naciente colonia de narcos ricos de Lomas del Boulevard. El cubano quedó prendado de Modesta y se casó con ella.

Fue así como El Mayo, de entonces veintitantos años, comenzó su vida dentro del crimen organizado. Niko le enseñó todo lo que habría que saber del negocio, extendido a Sudamérica con la importación de cocaína.

Reynaldo Rey Zambada —hermano de El Mayo— contó en una Corte Federal estadounidense que Niko Cruz Vázquez le regaló un auto deportivo Porsche cuando tenía 13 años.

Jesús Reynaldo es el más chico de los hermanos varones; Vicente el de enmedio, fue asesinado en Cancún en 1995, cuando El Mayo tenía como base de operaciones la Península de Yucatán.

Cruz Vázquez llevaba una vida de excesos. No duró muchos años en Sinaloa, marchó hacia 1977, año de la Operación Cóndor en la sierra del Triángulo Dorado, a Estados Unidos de nuevo, dejando a Zambada con operaciones y contactos.

De esa época datan historias en Costa Rica, Sinaloa, donde Zambada conoció a su esposa Rosario Niebla Cardoza, madre de Vicente, Modesta, María Teresa y Miriam Patricia.

Un amigo de la juventud relató que en una ocasión, a principios de los 80, El Mayo lo invitó a un viaje en avión. Cuando aterrizaron, las personas en el aeropuerto hablaban “como Roberto Carlos” —el cantante brasileño—. Hasta después supo que lo llevó a Brasil para traer cocaína.

El final del cuñado de Ismael fue consignado por The Washington Post. El 18 de enero de 1978, Niko y su piloto James Walker fueron arrestados en Las Vegas junto con otros nueve sujetos. Llevaba tiempo jugando en el casino del Palacio Caesars, donde —se dijo— perdió dos millones de dólares de la época.

Le abrieron un proceso por una operación de tráfico de heroína valuada en 18 millones de dólares al año. Cruz fue sentenciado a 15 años de cárcel, pero murió a los pocos años. Presuntamente fue sepultado en Miami.

El Mayo siguió su carrera en el narco con más socios locales, como Miguel Félix Gallardo, José Inés Calderón Quintero, Juan José Esparragoza Moreno y más adelante Amado Carrillo Fuentes, los Beltrán Leyva y Joaquín Guzmán Loera.

Su nombre atravesó la década de los 80 sin hacer ruido. Los “famosos” eran personajes como Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo y el mismo Félix Gallardo, pero al entrar los 90, con las pugnas con los hermanos Arellano Félix, los nombres de los capos del cártel sinaloense, entraron en escena.

Estados Unidos tardó más años en abrirle procesos. A partir de 1999, tanto el gobierno mexicano como el Departamento de Justicia de Estados Unidos, lo pusieron en su lista negra, mientras El Mayo era percibido como un intocable, como un capo que sabía evadir las redes de las autoridades.

Pero esa historia cerró su ciclo el jueves 25 de julio. Ahora comienza la del júnior, su hijo en quien descansa la leyenda de su imperio.

Fuentes de seguridad señalaron que Ismael Zambada Sicairos, El Mayo Flaco, en muchos aspectos controla hoy una gran parte de la estructura operativa que su padre tejió a lo largo de décadas, pero no los contactos con el mundo empresarial, criminal y político.

Ismael Zambada García se labró al menos tres rostros. El más visible era el del temible capo, frío, calculador y negociador, que prosperó en un mundo de traiciones y envidias. Fue perseguido por los Arellano Félix y otros enemigos que nunca dieron con él.

Su segundo rostro fue el del empresario que fundó, con ayuda de su familia y una hornada de testaferros, casi una docena de empresas que poco a poco el Departamento del Tesoro y la entonces Procuraduría General de la República (PGR) fueron bloqueando.

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Compañías como Lechera Santa Mónica, Establo Puerto Rico, Estancia El Niño Feliz, Construcciones Jamaro, entre otras, animaron la economía local de Sinaloa, con empleos directos e indirectos.

El tercer rostro del capo fue el de benefactor, el hombre que ayudaba a la gente de su pueblo, que dejó que sus historias sobre ayuda se esparcieran como para armar una narrativa de que no sólo era implacable, sino dadivoso, justo y entrañable, al grado de que popularmente se dice en Sinaloa que “el día que se vaya El Mayo, los acuerdos caerán”.