Torreón, Coahuila. – Era diciembre del 2012 cuando familiares y amigos reportaron la desaparición de Érika Victoria Prone Ceniceros, cuando tenía 22 años de edad.
“La güera” o “La madrina”, conocida así por sus amigos, salió de su domicilio para irse a vivir a casa de una amiga, ubicada en el número 532 del Paseo Del Ciclón, casi esquina con calle Zamora.
De ahí ya no se supo dónde ni cómo estaba, por lo que se interpuso la denuncia de No Localización.
Fue descrita con 1.66 metros de estatura, ojos color miel, cabello castaño claro, 46 kilogramos de peso y, como seña particular, tenía un tatuaje en la espalda de un hada sentada en una luna.
Pasaron los años hasta que, en mayo del 2018, en la vivienda donde fue vista por última vez, unos albañiles hacían trabajos de remodelación y encontraron un cuerpo enterrado en el patio.
Estaba envuelto en bolsas de plástico, bajo una plancha de asfalto.
Tras dos meses de análisis y pruebas periciales, así como comparación de ADN con familiares, la Fiscalía General del Estado de Coahuila de Zaragoza (GFECZ) determinó que se trataba de Érika Prone.
La necropsia arrojó que no presentó signos de violencia y, de manera extraoficial, se rumoró que perdió la vida por sobredosis.
De acuerdo a sus familiares, la última vez que se comunicaron con ella, vía celular, fue el 27 de diciembre del 2012.
La amiga con la que vivía declaró que se había salido de su vivienda y que nunca la volvió a ver.
“La madrina” dejó dos hijas.