Coahuila.- Una familia de origen coahuilense desapareció este fin de semana en Quintana Roo y las autoridades ya activaron el Protocolo Alba y emitieron la Alerta Amber para tratar de localizarlos.
Fueron vistos por última vez el sábado 9 de abril en Playa del Carmen.
Se trata de Fátima Ibarra Vázquez de 41 años de edad, originaria de Nueva Rosita, y de sus tres hijos María Julia, Miranda Paulina y Julio Santiago Aldape Ibarra de 14, 11 y 1 año de edad, respectivamente.
De acuerdo a las primeras investigaciones, su domicilio actual está en Monterrey, Nuevo León, pero se encontraban vacacionando en citado paraje.
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La denuncia de su no localización fue puesta ante las autoridades un día después, el domingo 10 de abril.
Sin embargo, todo parece apuntar que ella se habría ido por propios medios.
Y es que, a través de las redes sociales, el esposo, identificado como Julio Aldape, publicó:
“Carta Abierta a mi Esposa Fátima: Quiero con esta carta hablarte a los ojos, con el corazón y con el alma entre las manos, que sean estas líneas sean un a sinceramiento de todo lo que nos está ocurriendo, tal vez en este proceso de no entender nada y todo a la vez tengamos que aprender a distinguir lo que Dios nos quiere decir en amor y en aprendizaje de las circunstancias, no me imagino cómo la has de estar pasando fuera de casa, ni qué te motivó a tomar la decisión de irte con mi hijos pero no te juzgo, todos tenemos ese derecho de tomar las decisiones que más creamos convenientes y que solo Dios podrá juzgar al respecto. De mi parte no hay sentimientos duros, para mí también está siendo una válvula de escape el proceso lo debo reconocer. Tú sabes de qué estoy hecho y que sobre todas las cosas soy un hombre de Cristo que sabe que todo sobre esta tierra tiene su tiempo y su proceso y que Dios en toda circunstancia tiene el control eterno de manera soberana. Claro que lamento lo que está pasando, pero todo tiene un cómo y un porque, aunque verdaderamente pienso que no hay nada que una buena charla y un café no puedan solucionar”.
Y agregó: “De mi parte solo me queda agradecerte el proceso de reflexión y de crecimiento por todo lo que está sucediendo, no me queda nada que lamentar, toda crisis tiene un nuevo comienzo y un renacer en aprendizaje, claro que me preocupa la situación en la que nos encontramos, no creas que minimizo la gravedad, sobre todo cuando te pienso fuera de casa con mi hijos donde según tu estas huyendo sin que yo sepa de qué. No tengo temor alguno de que todo será como Dios quiera que sea y que la soberanía divina de Dios permitirá que bajo su control todo termine como deba de terminar o volver a comenzar, aquí desde casa de donde te escribo con toda serenidad posible deseo que si en algún momento necesitas puedas contar conmigo, sabes que soy una persona que protege el interés superior de las cosas que en este caso eres tú y mis hijas (os)”.