Sacerdotes brutalmente asesinados que conmocionaron a La Laguna

El homicidio del padre Nacho, un misterio que no se resolvió

Claudia Landeros / El Sol de La Laguna

  · viernes 1 de noviembre de 2024

Dos casos de sacerdotes asesinados conmocionaron a toda la comunidad en la comarca Lagunera. / Foto: Claudia Landeros / El Sol de La Laguna

Hace décadas que los crímenes de líderes religiosos dejaron de sorprender a la sociedad, no por que un homicidio sea irrelevante, sino porque la figura del sacerdote ha sido víctima de constantes ataques a través de los años; en la década de los 2000, en Torreón sucedieron dos hechos escalofriantes que a la fecha son recordados por los laguneros.

En plena entrada del nuevo milenio, José Ignacio Flores Gaytán, conocido por la comunidad como el padre Nacho y párroco de la Medalla Milagrosa, fue encontrado sin vida en su departamento, el sábado 15 de enero del 2000.

El padre Nacho fue una persona muy querida y respetada, sobre todo por la comunidad católica y quienes pertenecían a su parroquia, pero su crimen estuvo envuelto en controversia; el hecho causó también gran conmoción en la Comarca Lagunera.

El hallazgo

La parroquia de la colonia El Fresno se encontraba en construcción; el padre fue encontrado en su recámara por trabajadores de la obra, albañiles y carpinteros, quienes llamaron a la Cruz Roja, que al llegar confirmaron que el hombre estaba sin vida.

El cuerpo del sacerdote, tenía 13 heridas por objeto punzocortante, sin embargo, falleció por asfixia al ser ahorcado con una camiseta que a su hallazgo, tenía todavía en el cuello.

Se encontró un cuchillo y un picahielo en el lugar; además se llevaron el automóvil del párroco, mismo que se encontraba estacionado en la casa parroquial.

Después de iniciadas las investigaciones, el grupo de Homicidios dio a conocer que el padre ya tenía de 8 a 10 horas de haber fallecido.

Las investigaciones

A mediados de febrero de ese mismo año, la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) ordenó aplicar arraigo domiciliario contra Rebeca Isabel Galindo Bautista, quien tenía alrededor de 145 años trabajando como asistente y contadora del sacerdote; luego, al asistir a una diligencia al Ministerio Público fue detenida, debido a que pretendía cambiar de residencia a la ciudad de Monterrey.

Rebeca Isabel había enfrentado cargos penales por un fraude contra una empresa de transportes del municipio de Gómez Palacio, Durango, por lo que se sospechó y las averiguaciones se enfocaron en ella; incluso, se tenían indicios de que días previos al homicidio, había realizado un traspaso de más de un millón de pesos de la cuenta bancaria del padre Nacho.

El delegado de la PGJE, Raúl Mario Mijares Jiménez, señaló que fueron por motivos económicos y personales, no de tipo sexual como se había especulado en algunos medios de comunicación.

Las autoridades dieron a conocer que se practicaron 38 pruebas periciales de las muestras que fueron tomadas en el lugar del crimen y que todas indicaron que Rebeca Isabel era la responsable del homicidio.

El crimen del padre Ignacio Flores Gaytán, conocido como el padre Nacho, nunca se aclaró y ha quedado en la impunidad. / Foto: Claudia Landeros / El Sol de La Laguna

Se confiesa culpable

Sin embargo, también se ejerció acción penal contra Benjamín Limones Mijares por su probable responsabilidad en la comisión de delitos como robo simple y homicidio calificado en contra del Ignacio Flores Gaytán; el joven albañil de 27 años de edad, confesó a la autoridad que desde noviembre de 1999, sostenía encuentros sexuales con el sacerdote a cambio de un pago monetario.

Señaló que sostuvo encuentros con Flores Gaytán en cinco ocasiones y que desconocía que era religioso; la noche del homicidio fue el último, narró que el padre se encontraba ebrio, trató de persuadirlo para dejarse penetrar a lo que Benjamín se negó. De acuerdo a su declaración, fue el sacerdote quien regresó con un picahielo para intentar forzarlo y en el forcejeo sucedieron los hechos.

En ese entonces las autoridades determinaron que la descripción del joven coincidía con la escena del crimen y se abrió el proceso en su contra, tras recluirlo en el Cereso de Torreón. También reconoció que le había robado la cartera, el celular, una bolsa con monedas, un abrigo y se llevó el vehículo para poder huir.

Contradicción en el caso

A pesar de la confesión de Benjamín, las periciales indicaron que el religioso no tenía indicios de encuentros sexuales y tampoco rastros de consumo de alcohol. Además de esto, también se determinó que la huella que se encontró en la escena no correspondía al pie de Rebeca Galindo.

Indignación familiar

Tiempo después del suceso, la familia del padre Nacho inició una lucha por defender su calidad moral; se dedicaron a difundir comunicados donde destacaron su intachable labor dentro de la Iglesia Católica, la integridad como ser humano y cuestionaron las declaraciones y afirmaciones del presunto homicida confeso.

El joven albañil, se encontraba en el Cereso de Torreón enfrentando el proceso por homicidio, al igual que la contadora Rebeca Galindo Bautista.

“A raíz de las declaraciones de Benjamín Limones Mijares, todos los que conocimos al padre “Nacho” levantamos la mano para decir ëestamos presentes y ya basta”, destacaron los familiares del sacerdote en dicho comunicado.

“Levantamos también la voz para protestar estricta y enérgicamente por las insidias, las injurias y las infames calumnias declaradas descaradamente ante las autoridades judiciales por parte de Benjamín Limones Mijares, quien se ha expresado en contra de la integridad moral de un sacerdote, de un ser humano totalmente indefenso porque está muerto”.

Además de esto, comunicaron a la sociedad que en los resultados de las necropsias que le fueron practicadas al padre, los resultados arrojaron que no sostuvo relaciones sexuales antes de ser asesinado y tampoco había rastros de semen en su cuerpo; la versión de Benjamía con los resultados periciales se vino abajo y todo apuntó hacia Rebeca.

Incluso, los familiares insistían en que esta declaración buscaba justamente desvirtuar las pruebas que había contra la contadora, sobre su presencia en el lugar de los hechos que fueron una huella plantar, vello púbico y cabellos de la mujer, pruebas por las cuales fue consignada.

Logra su libertad

Rebeca Galindo estuvo presa durante 22 meses y luego fue absuelta; demandó al gobierno estatal por mantenerla injustamente en prisión todo ese tiempo e incluso hizo señalamientos contra el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Luis Morales Reyes, así como al gobernador saliente de Coahuila, Enrique Martínez y Martínez, por el supuesto encubrimiento de un móvil pasional en este caso.

Rebeca Galindo Bautista demandó por 13 millones de pesos al Gobierno de Coahuila, argumentando daños y perjuicios; ella en todo momento sostuvo que el motivo por el cual trataron siempre de inculparla, fue que la Iglesia quería a toda costa evitar que saliera a la luz el tema de la homosexualidad en los sacerdotes. Llegó a señalar que trataron de llegar a un acuerdo con ella pero se negó.

Galindo aseguró que el albañil fue presionado para declarar contra ella y que posteriormente la comisión de Derechos Humanos intervino, ya que él dijo haber sido torturado para que la inculpara y que así ocurrieron varios hechos de presión en este caso, con los que trataban de que la verdad no saliera a la luz.

Rebeca destacó como uno de ellos, el asesinato del sacerdote Rogelio Carrillo Valenzuela, quien se mantuvo firme en su defensa hacia ella y en todo momento a través de desplegados y cartas a los medios de comunicación, trató de ayudarla. Incluso, la muerte de este religioso, fue similar a la del padre Nacho.

Ambos inculpados en el homicidio del padre Nacho, obtuvieron la sentencia absolutoria, por lo que el crimen continuó en la impunidad.

Extraño homicidio del padre Rogelio

Fue un 3 de noviembre del 2009 cuando en extrañas circunstancias fue asesinado el padre Rogelio, párroco en la iglesia de la Sagrada Familia, ubicada en la colonia Las Rosas de Gómez Palacio; su cuerpo fue hallado en el interior de un domicilio de la colonia Prados del Oriente.

En el interior del número 1983 de la calle De los Puestos, se encontró semidesnudo al religioso, con una herida en el cuello producida por un arma u objeto punzocortante; estaba sobre una cama, con las manos atadas con cadenas y los tobillos estaban atados con cinta adhesiva color gris, la cabeza cubierta con una frazada llena de sangre.

Los homicidas del padre Rogelio fueron procesados y además de confesar, hubo un testigo de que habían cometido robo y mataron al religioso. / Foto: Claudia Landeros / El Sol de La Laguna

La escena del crimen

El lugar era un caos, con muebles y objetos tirados y desordenados, una de las recámaras se encontraba igual y en la otra, el cadáver del padre Rogelio.

Un vecino de esa misma calle fue quien hizo el sangriento hallazgo, ya que el propietario de la vivienda lo llamó para que fuera a ver que todo estuviera en orden y al llegar, vió que no estaba colocada la cadena con la que cierran la cochera de la casa; las puertas estaban entreabierta, lo que causó la curiosidad del vecino, quien decidió entrar para verificar.

De inmediato salió a llamar a los servicios de emergencia y llegó la Policía Municipal, que a su vez, dio aviso al Ministerio Público de Delitos contra la Vida y la Salud Personal.

Se dijo en las primeras investigaciones, que el sacerdote estaba encargado de cuidar esa vivienda, que pertenecía a una familia de apellido Rodríguez Morán y se encontraba de vacaciones en Acapulco; el propietario de la misma, no había podido establecer contacto con el padre Rogelio y se comunicó con el vecino que encontró el cuerpo.

Estaba desaparecido

El crimen fue un sábado por la madrugada, pero el hermano del sacerdote, Roberto Carrillo Valenzuela, declaró que desde el jueves anterior por la noche no sabía nada de su hermano Rogelio; ese día estuvieron juntos charlando y no supo nada de él hasta el momento que fue informado del hallazgo.

El vehículo del padre tampoco se había localizado, era un Dodge Stratus, modelo 2001 en color azul marino; el móvil del crimen tampoco fue fácil de definir en un principio.

Fue otro crimen que estremeció y conmocionó a la comunidad católica de la Comarca Laguna, sobre todo por la violenta forma en la que fue asesinado el padre, quien también era uno de los líderes religiosos muy queridos por su gente.

La confesión

Luego de unos días, el Juzgado Primero del ramo Penal ordenó el arraigo de 10 días para dos jóvenes que se declararon responsables del crimen del sacerdote; Juan Enrique Rentería Aguilar conocido como “El Kenworth” y Jesús Herrera Reyes, alias “La Cotorra”, ambos de 18 años.

Ante la autoridad declararon que el viernes por la madrugada, mientras se encontraban en la Alameda Zaragoza del municipio de Torreón, el padre Carrillo se acercó a ellos en su vehículo y les ofreció 400 pesos a cada uno a cambio de tener relaciones sexuales con los dos.

Aceptaron la propuesta y abordaron el auto, compraron cerveza y se dirigieron a la colonia Prados del Oriente hasta un domicilio de la colonia Prados del Oriente; ahí estuvieron bebiendo y señalaron que también consumieron marihuana.

En se declaración, detallaron que Carrillo Valenzuela estaba en una recámara y mientras lo esperaban planeaban asaltarlo y al pensar que podría identificarlos, decidieron matarlo. Portaban dos cuchillos, con los que le hicieron varias heridas en el cuerpo, para luego colocarle una almohada sobre el rostro para asfixiarlo, lo cual fue la causa de muerte según la necropsia.

Los homicidas huyeron llevándose varios objetos de valor, y el vehículo del padre, que fue fundamental para dar con su paradero.

Amigo los hunde

Dentro de la investigación, un joven, amigo de los detenidos, Gerardo Emilio Echeveste Delgado quien además era vecino de “La Cotorra”, declaró que estaba con ellos pero que no llevaron a cabo un robo en una estética y regresaron a la Alameda, pasando unos minutos en la Fuente del Pensador, donde vieron pasar varias veces el Stratus color azul, que conducía un hombre que los observaba insistentemente.

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Dijo que caminaron hacia la colón y el hombre les hizo señas; se acercó uno de ellos y él se retiró y ya no supo más.

Por la madrugada, los volvió a ver a ambos y aseguró que habían llegado a su casa y estaban muy alterados, luego le confesaron que se habían “quebrado” a un cura para evitar que los denunciara por robo.

Esta declaración, terminó de hundir a los dos jóvenes, quienes fueron sometidos a proceso penal por coautoría material y directa, homicidio calificado y robo en su modalidad agravante.