En la Comarca Lagunera, varios han sido los hijos que han asesinado a sus progenitoras con violencia y sin piedad; recientemente, un joven de 22 años golpeó y le cortó el cuello a su mamá luego de una discusión en el fraccionamiento Villas Universidad de la ciudad de Torreón.
Juan Guillermo, conocido como “El Chino”, le hizo a Fabiola de 43 años, una herida de 20 centímetros en el cuello y otras cortadas en el rostro; tras varios días de debatirse entre la vida y la muerte, finalmente falleció el pasado domingo 20 de octubre, en la clínica 16 del Seguro Social.
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Similares a este caso, se han dado varios a lo largo de los años y en diferentes municipios de la región. Muertes violentas y relacionadas con el uso de sustancias son las que prevalecen; además, lo que puede parecer más atroz de todos ellos, es que sean contra la persona que les dio la vida.
Otros casos recientes
El 18 de marzo de 2024, Antonio Manuel Guereca López causó la muerte a su madre, Anastasia López García, tras propinarle una golpiza que la dejó inconsciente y luego le prendió fuego en la habitación donde se encontraba, dentro de su domicilio en el municipio de Mapimí; luego, el feminicida enterró el cuerpo en el patio de la misma casa.
Antonio Manuel, fue encontrado penalmente responsable del crimen de su madre; familiares encontraron el cuerpo el 4 de abril y de inmediato avisaron a las autoridades. El Ministerio Público integró la carpeta de investigación y estableció la identidad de la fallecida, así como la responsabilidad de Antonio quien fue detenido mediante orden de aprehensión y recluido en el Cereso número 1 en la capital de Durango, tras ser sentenciado a 39 años, 11 meses y 29 días de prisión.
Por otro lado, se encuentra el caso de Alexis Antonio Hernández Atilano, quien fue condenado a 34 años y 5 meses de prisión por la privación a la vida de su madre y un policía en el municipio de Gómez Palacio, luego de un enfrentamiento.
Fue el 28 de abril del 2023, cuando en el número de emergencias 911 se recibió un reporte por amenazas con arma de fuego, en una de las calles de la colonia Miguel de la Madrid; acudieron elementos de Seguridad y Protección Ciudadana, quienes fueron recibidos a tiros por Alexis y respondieron a la agresión.
El enfrentamiento dejó como saldo dos fallecidos y tres lesionados; Juan Fernando Ramírez Cisneros, quien era elemento de la Policía Municipal murió en el lugar de los hechos y María del Rosario Atilano de la Cruz, madre del agresor, murió en el hospital. Los lesionados fueron otro agente de la policía y dos de los hijos de la mujer fallecida, de 23 y 14 años de edad.
En el 2022, el Pueblo Mágico de Parras se conmocionó con el matricidio de Trinidad, quien murió apuñalada por su hijo Gerardo Alfredo, de 36 años; él también murió pero dos días después de matar a su madre, a consecuencia de heridas punzocortantes que se provocó él mismo tras el violento suceso.
Este hecho ocurrió la mañana del 6 de abril en la colonia Palmeras, cuando Gerardo de acuerdo al reporte de las autoridades, se encontraba bajo los influjos de cristal; Gerardo se encontraba violentando a su pareja, cuando la madre intervino para defenderla y tratar de quitarle el arma.
Su padre también intervino y todos resultaron lesionados; mientras los elementos de la Policía Municipal intentaban acercarse a Gerardo para inmovilizarlo, él mismo se clavó el cuchillo en repetidas ocasiones. Tras dos días de intensa agonía, el conocido como “El Matricida de Parras”, falleció en el Hospital General de Saltillo.
Los arrepentidos
César Miguel Gómez Alonso de 20 años, pedía a gritos a sus hermanos que lo mataran, luego de haberle quitado la vida a su madre, Guadalupe Amalia Alonso Carranza, un martes 6 de enero del año 2003 en su vivienda, ubicada en la colonia Fuentes del Sur de Torreón.
Días después fue capturado en la colonia El Campestre de Gómez Palacio; al ser interrogado, reconoció que era adicto al alcohol, la mariguana y cocaína; esto en gran medida lo llevó a cometer el terrible crimen. Las posibles alucinaciones que esto le generaba, lo llevó a pensar que su madre lo tenía embrujado y la veía como un monstruo.
Era integrante de una pandilla en la colonia Luis Echeverría y lo conocían como “El Locotón”; tras el hecho, vagó por varios días en los municipios de Gómez Palacio y Lerdo hasta que fue localizado por la policía.
Al encontrarse preso, se dijo muy arrepentido de haber asesinado a su mamá y con lágrimas en los ojos narró lo sucedido, mientras otros recursos le gritaban enfurecidos por el atroz crimen y aseguraron no creer este arrepentimiento.
El día del crimen, César le pedía a la madre dinero, ella se negó y las cosas salieron de control; asustada por la conducta amenazadora de su hijo, Guadalupe intentó ahuyentarlo con un cuchillo de la cocina, César tomó el cuchillo por el filo y se lo arrebató a su madre, provocándose una herida en la mano, luego le pegó en la cabeza y le encajó en repetidas ocasiones el cuchillo.
Guadalupe tenía 41 años de edad y dejó a tenía otros dos hijos, Manuel Alberto quien vivía con ellos y en ese entonces tenía 24 años y José que vivía en León, Guanajuato.
Una familia conocida y adinerada de la ciudad de Torreón, fue privada de la vida por uno de los hijos, el 19 de noviembre de 1995; Lauro Ángel Gómez Jáquez quien tenía 19 años de edad, asesinó a sangre fría no solo a su madre, sino también a su padre y hermano menor en la casa que habitaban en la colonia Campestre La Rosita.
Su padre fue un reconocido contador público, Lauro Gómez Jiménez, su esposa María de los Ángeles Jáquez de Gómez y el hijo menor, Christian Gómez Jáquez. Los tres fueron asesinados por Lauro Ángel, quien confesó haberlo hecho bajo los influjos del alcohol y las drogas, utilizando un arma de fuego calibre 22.
Los cuerpos sin vida fueron encontrados el 20 de noviembre por Jaqueline, hija de la pareja fallecida y posteriormente, las investigaciones realizadas por las autoridades, arrojaron como principal sospechoso a Lauro Ángel.
Jaqueline, llegó al domicilio y no pudo entrar, minutos más tarde regresó y logró abrir; encontró primero a su pequeño hermano Christian sin vida al subir las escaleras, con un disparo en el cuello. Se fue directo a la recámara de sus padres, para buscarlos o avisarles de lo que había visto, pero ahí los encontró acostados y con dos disparos en la cabeza.
Descartó el robo como móvil de lo sucedido, ya que no había chapas forzadas y todo se encontraba en orden. No se sabía nada de Lauro Ángel, se había salido de la casa a bordo de un automóvil Cutlass color blanco, habría huído con su novia de nombre Marisol.
Fue localizado en un hotel de San Luis Potosí, gracias al rastreo de su novia Marisol, quien se había comunicado con sus padres para decirles que estaba bien; ahí fue localizado y arrestado. De inicio se dijo inocente, pero una intención de fuga y hallar en su poder el arma calibre 22 confirmada como la homicida, fueron evidencias suficientes de que era el responsable del parricidio.
El joven seguía tratando de convencer a la autoridad de su inocencia pero fue inñutil; fue consignado y enviado a prisión. Lauro en determinado momento se mostró sumamente arrepentido de asesinar a su familia; años más tarde, fue declarado con problemas mentales y trasladado a una clínica especializada y aseguraba que se había refugiado en Dios para tratar de estar en paz y olvidar el horrible crimen de sus padres y hermano.
Un sádico y antiguo crimen
Sergio Bernarda Espino tenía 15 años en 1986, año en el que asesinó a su madre y a su hermana, en la capital del estado de Durango. Fue él mismo quien finalmente confesó y dio a las autoridades los detalles de cómo cometió este crimen y dijo que había planeado matar a su hermana porque nunca le quería prestar el carro.
Otra de sus hermanas de nombre Leticia, se encontraba en casa pero ya estaba en su recámara y en el fondo de la casa, por lo que prácticamente se salvó de morir. A la mañana siguiente tocó y nadie le abrió, trató de comunicarse con su padre y no tuvo éxito, así que se puso a regar las plantas.
Una hora más tarde su padre llegó y fue quien se encontró con tan macabro hallazgo y abrió a Leticia para preguntar sobre lo acontecido a lo que dijo no saber nada ni haberse percatado.
La madre del menor, María del Carmen Espino se encontraba boca abajo tirada en medio de la sala, rodeada por un enorme charco de sangre y con cinco cuchilladas; ya estaba sin vida y una de las cuchilladas le partió en dos el corazón.
En una de las habitaciones de la vivienda del fraccionamiento Las Américas, se encontraba María del Rosario, hermana del joven homicida; tenía la yugular destrozada y otras 19 `puñaladas más en cuello y tórax, que le propinó su sádico hermano.
Al ser detenido y llevado ante la autoridad judicial, dijo que quería matarla porque nunca le prestaba el carro pero que en ese momento su madre se atravesó y tuvo que matarla también; en su relato, advirtió que si su padre y su sobrina de 13 años, hija de María del Rosario, hubieran estado ahí, también los hubiera matado.